Los 100 años del libro, Socialismo, de Ludwig von Mises

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En 1922, Ludwig von Mises publicó una de sus obras más trascendentales, El Socialismo, que influyó de forma definitiva en una serie de pensadores e intelectuales del Siglo XX, como Hayek, Popper, Roepke, Rueff y tantos otros que fueron decisivos en la actualización del pensamiento liberal más genuino, recogiendo la herencia de pensadores clásicos como Locke, Hume, Smith, Montesquieu, Tocqueville, Burke y Acton. La aportación más interesante de Ludwig von Mises fue descartar la concepción matemática y previsible de la Economía (planificada), para abrazar una concepción humana de la misma, partiendo de la trascendencia de La acción humana recurre a principios generales y axiomas apriorísticos para entender el funcionamiento de la sociedad en general, su carácter inminentemente imprevisible, al ser intrínsecamente humano y subjetivo. Por ello, defiende la libertad y responsabilidad de las actuaciones de cada uno, en contra de los totalitarismos, de las planificaciones y del Estado omnipotente. Junto con Hayek, mantuvo abierto hasta su muerte un debate acerca de la inviabilidad de un sistema económico y social basado en la coerción, la planificación centralizada y la propiedad estatal de los medios de producción. Fue, sin duda, el gran paladín de un ideario basado en la libertad, en el que la economía, centrada en torno al estudio de la acción humana, constituyó la herramienta teórica fundamental. La figura de Mises no sólo es de una gran talla intelectual, sino que representa mejor que nadie el compromiso tenaz, en condiciones personales muy difíciles, con un ideario de libertad, progreso y paz.

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"SOCIALISMO" está dividido en 5 partes y al final del libro vienen las conclusiones del autor y un epílogo. La primera parte se titula "Liberalismo y Socialismo." En ella trata los problemas relacionados con la propiedad y la naturaleza de este derecho, deteniéndose en el análisis de la teoría de la violencia y de la teoría del contrato. Luego se refiere al socialismo y al orden social en relación con las constituciones políticas, y a la familia como célula fundamental de la sociedad libre. En la segunda parte titulada "La economía de una sociedad socialista" analiza la naturaleza de la actividad económica, la organización de la producción bajo el socialismo, la distribución de los ingresos, la posición del individuo bajo el socialismo, el socialismo bajo condiciones dinámicas y la impracticabilidad del socialismo. En esta segunda parte se refiere también a las relaciones internacionales en la comunidad socialista y a las formas pseudosocialistas. En la tercera parte titulada "La supuesta inevitabilidad del socialismo" analiza la evolución social, la naturaleza de la sociedad, el conflicto como factor de la evolución social, la explosión de los intereses sectoriales y de la lucha de clases, y la concepción materialista de la historia. Y por último, en este capítulo, se refiere a la concentración del capital y a la formación de monopolios compulsivos y protegidos por el estado como un primer paso hacia el socialismo, con especial referencia a la teoría marxista de la concentración y a la teoría de la política antimonopolista. En la cuarta parte titulada "El socialismo como un imperativo moral" analiza el socialismo y la ética, el cristianismo y el socialismo y la ética del capitalismo. En la quinta parte titulada "Destruccionismo" analiza la motivación de los poderes destructivos, los métodos de destrucción, la violencia y la autoridad y la batalla por las ideas. En la "Conclusión" el autor finalmente se refiere al significado histórico del socialismo moderno y a la crisis de la civilización. Por último el "Epílogo" se refiere al fracaso del intervencionismo, a su carácter dictatorial y antidemocrático, señalando el carácter socialista del intervencionismo. Se refiere asimismo al socialismo y al comunismo, a la agresividad de la URSS, la herejía de Trotsky y finalmente a las enseñanzas de la experiencia soviética, al fascismo y al nazismo.

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Entre las muchas observaciones que constituyen enseñanzas para todos los tiempos, Mises dice: "La idea de un dualismo en la motivación asumida por la mayoría de los teóricos de la ética cuando distinguen entre los motivos de la acción humana entre egoístas y altruistas, no puede mantenerse. Porque este intento de contrastar las acciones egoístas y altruistas provienen de una concepción equivocada de la interdependencia social de los individuos. El poder de elegir si mis acciones y conductas me sirven a mí mismo o a mis semejantes, no se me ha dado, lo cual se puede decir que es afortunado. Porque si así fuera, la sociedad humana no sería posible. En la sociedad basada en la división del trabajo y en la cooperación voluntaria y libre, los intereses de todos sus miembros están en armonía y de ello se sigue que, en última instancia, las acciones lícitas realizadas para el propio interés y las realizadas en el interés del otro, no están en conflicto, por cuanto, los intereses de los individuos, en última instancia son coincidentes".