La economía vista por este filósofo, la divide en dos: la economía propiamente dicha, que es la ciencia de la administración doméstica (hogar y la aldea), y la ciencia del abastecimiento, que trata del arte de la adquisición. (Roll. Eric. pág. 35). De la segunda, Aristóteles analizó el arte del intercambio “trueque”, por medio del cual se satisfacen de una mejor manera las necesidades de la primera economía. Pero aquí distingue él, que existe una forma natural y una forma antinatural del cambio, para ello planteo un ejemplo, “un zapato se usa para calzarlo y también para cambiarlo; ambos son usos del zapato” (La Política: Libro I). Con esto se pusieron las bases de diferenciación entre el valor de uso y el valor de cambio que han permanecido hasta hoy. También, se ilustró con la paradoja del hierro y el oro: “a pesar de que el hierro es mucho más útil que el oro, este tiene un valor mayor” (La Política: Libro I.). La razón fundamental de este hecho es que los bienes más escasos suelen tener un mayor precio, aunque su valor determinado pueda ser menor. Finalmente, para afianzar lo relacionado a Aristóteles, no se puede desconocer su versión acerca de cómo la riqueza no tiene límites. Esta visión forma parte de la esencia de la economía, en la que se asume que los recursos son escasos y las necesidades son limitadas. Sin embargo, el filósofo diferencia en forma precisa entre riqueza y acumulación de bienes, no es lo mismo tener muchos bienes que disfrutarlos, por lo que Aristóteles utiliza el ejemplo del Rey Midas: “todo lo que tocaba lo convertía en oro. El pobre rey no podía disfrutar de nada, ya que a pesar de tener muchas riquezas, le resultaba imposible gozarlos tal como eran” (La Política: Libro I.), todo esto para demostrar que ser rico no implica la abundancia de bienes sino la fortuna de poder disfrutarlos.