La historia de la Escuela Austriaca empieza en el siglo XV, cuando los seguidores de Santo Tomás de Aquino, que enseñaban en la Universidad de Salamanca en España, trataron de explicar todo el ámbito de la acción humana y la organización social. Estos escolásticos tardíos observaron la existencia de leyes económicas, fuerzas inexorables de causa y efecto que operan de forma muy similar a las demás leyes naturales. A lo largo de varias generaciones descubrieron y explicaron las leyes de la oferta y la demanda, la causa de la inflación, el funcionamiento de los tipos de cambio exterior y la naturaleza subjetiva del valor económico, razones todas por las que Joseph Schumpeter los alababa como los primeros economistas reales. Los escolásticos tardíos eran defensores de los derechos de propiedad y de la libertad de contratar y comerciar. Alababan la contribución de los negocios a la sociedad, oponiéndose de forma insistente a impuestos, controles de precios y regulaciones que perjudicaban a las empresas. Como teólogos morales, pedían que los gobiernos obedecieran a restricciones éticas contra el robo y el asesinato. Y seguían la norma de Ludwig von Mises: la primera tarea de un economista es decir a los gobiernos lo que no pueden hacer. El primer tratado general de economía, Ensayo sobre la naturaleza del comercio, fue escrito en 1730 por Richard Cantillon, un hombre formado en la tradición escolástica. Nacido en Irlanda, emigró a Francia. Veía la economía como un área independiente de investigación y explicaba la formación de los precios usando el “experimento mental”. Entendía el mercado como un proceso de emprendimiento y mantenía una teoría austriaca de la creación del dinero: este entra en la economía paso a paso, afectando a los precios en el camino. A Cantillon le siguió Anne Robert Jacques Turgot, el aristócrata y ministro de finanzas francés pro-mercado del ancien regime. Sus escritos económicos fueron pocos, pero profundos. Su trabajo “Valor y dinero” explicaba los orígenes del dinero y la naturaleza de la elección económica: esta refleja las clasificaciones subjetivas de las preferencias de una persona. Turgot resolvió la famosa paradoja diamantes-agua que desconcertaría a los posteriores economistas clásicos, expresó la ley de los retornos decrecientes y criticó las leyes de la usura (un escollo para los escolásticos tardíos). Estaba a favor de una aproximación liberal clásica a la política económica, recomendando la abolición de todos los privilegios especiales concedidos a las industrias relacionadas con el gobierno. Turgot fue el padre intelectual de una larga lista de grandes economistas franceses de los siglos XVIII y XIX, sobre todo Jean Baptiste Say y Claude-Frederic Bastiat. Say fue el primer economista en pensar profundamente acerca del método económico. Se dio cuenta de que la economía no es amasar datos, sino más bien una explicación verbal de hechos universales (por ejemplo, los deseos son ilimitados, los medios son escasos) y sus implicaciones lógicas. Say descubrió la teoría de la productividad de los precios de los recursos, el papel del capital de la división del trabajo y la “Ley de Say”: no puede haber nunca una “sobreproducción” o un “infraconsumo” en el mercado libre si se permite que los precios se ajusten. Fue un defensor de laissez faire y la Revolución Industrial, igual que Bastiat. Como periodista de libre mercado, Bastiat también argumentaba que los servicios y materiales estaban sometidos a las mismas leyes económicas que los bienes materiales. En una de sus muchas alegorías económicas, Bastiat explicaba la “falacia de la ventana rota”, popularizada posteriormente por Henry Hazlitt. A pesar de la complejidad teórica desarrollada por esta tradición pre-austriaca, la que acabó triunfando fue escuela británica de finales del siglo XVIII y principios del XIX, sobre todo por razones políticas. Esta tradición británica (basada en la teoría del valor del coste objetivo y la productividad del trabajo) acabó llevando a la aparición de la doctrina marxista de la explotación capitalista. La tradición británica dominante recibió su primera oposición seria en muchos años cuando se publicaron los Principios de economía política de Carl Menger en 1871. Menger, el fundador de la Escuela Austriaca como tal, resucitó la aproximación escolástico-francesa a la economía y la colocó sobre terreno más firme. Junto con los escritos contemporáneos de Leon Walras y Stanley Jevons, Menger explicó la base subjetiva del valor económico y, una vez explicada, por primera vez, la teoría de la utilidad marginal (cuanto mayor sea el número de unidades de un bien que posee una persona, menos valorará cualquier unidad concreta). Además, Menger demostraba cómo el dinero se originaba en un mercado libre cuando el producto más vendible se deseaba, no para su consumo, sino para su uso en el intercambio por otros bienes. El libro de Menger fue un pilar de la “revolución marginalista” en la historia de la ciencia económica. Cuando Mises dijo que “hizo de [él] un economista”, no sólo se estaba refiriendo a la teoría del dinero y los precios de Menger, sino también a su propia aproximación a la disciplina. Como sus predecesores en la tradición, Menger era un liberal clásico y un individualista metodológico, viendo la economía como la ciencia de la elección individual. Sus Investigaciones, que aparecieron doce años después, se enfrentaron a la Escuela Histórica Alemana, que rechazaba la teoría y veía la economía como la acumulación de datos al servicio del estado. Como profesor de economía en la Universidad de Viena y luego tutor del joven pero malogrado príncipe coronado Rodolfo de la casa de Habsburgo, Menger restauró la economía como ciencia de la acción humana basada en la lógica deductiva y preparó el camino para que futuros teóricos contrarrestaran la influencia del pensamiento socialista. De hecho, su alumno Friederich von Wieser tendré una fuerte influencia en los escritos posteriores de Friedrich von Hayek. La obra de Menger sigue siendo una excelente introducción al modo de pensar económico. De alguna manera, todos los austriacos desde entonces se han considerado como alumnos de Menger. El admirador y seguidor de Menger en la Universidad de Innsbruck, Eugen Böhm-Bawerk, tomó la exposición de Menger, la reformuló y la aplicó a varios problemas nuevos que abarcaban valor, precio, capital e interés. Su Historia y crítica de las teorías del interés, que apareció en 1884, es una aplastante explicación de falacias en la historia del pensamiento y una firme defensa de la idea de que el tipo de interés no es una construcción artificial, sino una parte propia del mercado. Refleja el hecho universal de la “preferencia temporal”, la tendencia de la gente a preferir la satisfacción de deseos antes en lugar de después (una teoría luego extendida y defendida por Frank Fetter). La teoría positiva del capital de Böhm-Bawerk demostraba que el tipo normal de beneficio empresarial es el tipo de interés. Los capitalistas ahorran dinero, pagan a trabajadores y esperan a que se venda el producto final para recibir el beneficio. Además, demostraba que el capital no es una estructura homogénea sino intrincada y diversa que tiene una dimensión temporal. Una economía en crecimiento no es solo una consecuencia de una mayor inversión de capital, sino también de procesos de producción cada vez más largos. Böhm-Bawerk mantuvo una larga batalla con los marxistas sobre la teoría de la explotación del capital y rebatió la doctrina socialista de capital y salarios mucho antes de que los comunistas llegaran al poder en Rusia. Böhm-Bawerk también dirigió un seminario que posteriormente se convertiría en el modelo del seminario de Viena del propio Mises. Böhm-Bawerk estaba a favor de políticas que retrasaran la siempre presente realidad de las leyes económicas. Consideraba el intervencionismo como un ataque contra las fuerzas económicas del mercado que no podía tener éxito a largo plazo. En los últimos años de la monarquía de los Habsburgo fue tres veces ministro de finanzas, luchando por equilibrar los presupuestos, la moneda fuerte y el patrón oro, el libre comercio y la abolición de las subvenciones a la exportación y otros privilegios monopolísticos. Fueron su investigación y sus escritos los que consolidaron el estatus de la Escuela Austriaca como un modo unificado de ver los problemas económicos y preparar el escenario par que la escuela se abriera paso de forma importante en el mundo angloparlante. Pero un área en la que Böhm-Bawerk no había desarrollado a partir del análisis del Menger era el dinero, la intersección institucional entre la aproximación “micro” y “macro”. Un joven Ludwig von Mises, asesor económico de la Cámara de Comercio de Austria, asumió ese desafío. El resultado de la investigación de Mises fue La teoría del dinero y del crédito, publicado en 1912. Explicaba cómo se aplica al dinero la teoría de la utilidad marginal y exponía su “teorema de la regresión”, demostrando que el dinero no solo se origina en el mercado, sino que siempre tiene que ser así. A partir de la Escuela Británica de la Divisa, la teoría de los tipos de interés de Knut Wicksell y la teoría de la estructura de producción de Böhm-Bawerk, Mises presentaba las líneas generales de la teoría austriaca del ciclo económico. Un año después, Mises era aceptado en la facultad de la Universidad de Viena y el seminario de Böhm-Bawerk dedicaba dos semestres completos a debatir sobre el libro de Mises. La carrera de Mises se vio interrumpida durante cuatro años por la Primera Guerra Mundial. Pasó tres de esos años como oficial de artillería y uno como personal de la oficina de información económica. Al acabar la guerra, publicó Nación, estado y economía (1919), argumentando a favor de las libertades económicas y culturales de las minorías en el ahora despedazado imperio y exponiendo una teoría de la economía de la guerra. Entretanto, la teoría monetaria de Mises recibía atención en EEUU a través de la obra de Benjamin M. Anderson, Jr., un economista del Chase National Bank. (El libro de Mises fue atacado por John Maynard Keynes, que posteriormente admitiría que no podía leer en alemán). En el caos político posterior a la guerra, el principal teórico del ahora socialista gobierno austriaco era el marxista Otto Bauer. Conocido suyo del seminario de Böhm-Bawerk, Mises le explicó economía una noche tras otra, acabando por convencerle para que renunciara a políticas de estilo bolchevique. Los socialistas austriacos nunca perdonaron esto a Mises, iniciando una guerra contra él en la política académica e impidiéndole con éxito obtener un puesto asalariado de profesor en la universidad. Incansable, Mises se volvió hacia el problema del propio socialismo, escribiendo un ensayo superventas en 1921, que convirtió en el libro Socialismo a lo largo de los dos años siguientes. El socialismo no permite ninguna propiedad privada o intercambio de bienes de capital y por tanto no hay manera de que los recursos encuentren su uso más altamente valorado. El socialismo, predecía Mises, generaría un completo caos y el fin de la civilización. Mises desafiaba los socialistas a que explicaran, en términos económicos, cómo funcionaría exactamente su sistema, una tarea que los socialistas habían evitado hasta entonces. El debate entre los austriacos y los socialistas continuó durante la siguiente década y más allá y, hasta el colapso del socialismo mundial en 1989, la academia pensó durante mucho tiempo que el debate estaba decidido a favor de los socialistas. Al mismo tiempo, los argumentos de Mises a favor del libre mercado atrajeron a un grupo de conversos desde la causa socialista, incluyendo a Hayek, Wilhelm Röpke y Lionel Robbins. Mises empezó a realizar un seminario privado en sus oficinas en la Cámara de Comercio al que acudían Fritz Machlup, Oskar Morgenstern, Gottfried von Haberler, Alfred Schutz, Richard von Strigl, Eric Voegelin, Paul Rosenstein-Rodan y muchos otros intelectuales de toda Europa. Durante las décadas de 1920 y 1930 Mises estuvo batallando también en otros dos frentes académicos. Lanzó el golpe decisivo contra la Escuela Histórica Alemana con una serie de ensayos en defensa del método deductivo en economía, al que llamaría posteriormente praxeología o lógica de la acción. También fundó el Instituto Austriaco para la Investigación del Ciclo Económico y puso a su alumno Hayek al frente de este. Durante estos años, Hayek y Mises escribieron muchos estudios sobre el ciclo económico, advirtieron del peligro de la expansión del crédito y predijeron la inminente crisis monetaria. Esta obra fue citada por el comité del Nobel en 1974 cuando Hayek recibió el premio de economía. Trabajando en Inglaterra y Estados Unidos, Hayek se convirtió posteriormente en uno de los principales opositores a la economía keynesiana con libros sobre tipos de cambio, teoría del capital y reforma monetaria. Su popular libro Camino de servidumbre ayudó a reavivar el movimiento liberal clásico en Estados Unidos después del New Deal y la Segunda Guerra Mundial. Y sus series Derecho, legislación y libertad desarrollaron la aproximación de los escolásticos tardíos al derecho y la aplicaron para criticar el igualitarismo y panaceas como la justicia social. A finales de la década de 1930, después de sufrir por la depresión mundial, Austria estaba amenazada por una toma del poder por los nazis. Hayek ya se había ido a Londres en 1931, por indicación de Mises, y en 1934 el propio Mises se mudó a Ginebra para enseñar y escribir en el Instituto Internacional de Estudios de Grado, emigrando posteriormente a Estados Unidos. Considerando a Mises como enemigo jurado del nacionalsocialismo, los nazis confiscaron sus papeles en su piso y los escondieron durante toda la guerra. Paradójicamente, fueron las ideas de Mises, filtradas a través del trabajo de Roepke y la voluntad estadista de Ludwig Erhard, las que llevaron a las reformas económicas de posguerra en Alemania y reconstruyeron el país. En 1992 los archiveros austriacos descubrieron los papeles robados en Viena a Mises en un archivo reabierto en Moscú. En Ginebra Mises escribió su obra maestra, Nationalokonomie, y, después de venir a Estados Unidos, la revisó y extendió en La acción humana, que apareció en 1949. Su alumno Murray N. Rothbard la llamó “El mayor logro de Mises y uno de los mejores productos de la mente humana en nuestro siglo. Es la economía en su totalidad”. La aparición de esta obra fue la cumbre de la historia de la Escuela Austriaca y sigue siendo el tratado económico que define dicha escuela. Aun así, no fue bien recibida en la profesión económica, que ya había girado de forma decisiva hacia el keynesianismo. Aunque Mises nunca obtuvo el puesto académico asalariado que merecía, reunió alumnos en torno a él en la Universidad de Nueva York, igual que había hecho en Viena. Incluso antes de que Mises emigrara, el periodista Henry Hazlitt se había convertido en su mayor defensor, reseñando sus libros en el New York Times y Newsweek y popularizando sus ideas en clásicos como La economía en una lección. Aun así, Hazlitt hizo sus propias contribuciones a la Escuela Austriaca. Escribió una crítica línea por línea de la Teoría general de Keynes, defendió los escritos de Say y le restituyó a un lugar central en la teoría macroeconómica austriaca. Hazlitt siguió el ejemplo de Mises de adhesión intransigente a los principios y como consecuencia fue despedido de cuatro puestos de alto perfil en el mundo periodístico. El seminario de Nueva York de Mises continuó hasta dos años antes de su muerte en 1973. Durante esos años, Rothbard fue su alumno. De hecho, El hombre, la economía y el estado (1963), de Rothbard, seguía el patrón de La acción humana y en algunas áreas (teoría del monopolio, utilidad y bienestar y teoría del estado) refinaba y fortalecía las opiniones del propio Mises. La aproximación de Rothbard a la Escuela Austriaca seguía directamente la línea del pensamiento escolástico tardío al aplicar la ciencia económica dentro del marco de una teoría de los derechos naturales de propiedad. El resultado era una defensa completa de un orden social capitalista y sin estado, basado en la propiedad y la libertad de asociación y contrato. Rothbard seguía su tratado económico con una investigación de la Gran Depresión, a la que aplicaba la teoría austriaca del ciclo económico para demostrar que el desplome del mercado bursátil y la recesión económica eran atribuibles a una previa expansión del crédito bancario. Luego, en una serie de estudios sobre política pública, establecía el marco teórico para el examen de los efectos de todo tipo de intervención en el mercado. En sus años posteriores, Mises vio el inicio de la resurrección de la Escuela Austriaca, desde la aparición de El hombre, la economía y el estado y que continúa hasta hoy. Fue Rothbard el que estableció firmemente la doctrina de la Escuela Austriaca y liberal clásica en Estados Unidos, especialmente con Concebida en libertad, su historia en cuatro tomos de la América colonial y la independencia de Gran Bretaña. La reunión de teoría de los derechos naturales y Escuela Austriaca llegó en su obra filosófica La lógica de la acción, en dos tomos, publicada en la serie “Economistas del siglo”, publicada por Edward Elgar. Estas obras seminales sirven como el enlace esencial de la generación de Mises-Hayek y los austriacos que ahora trabajan por extender la tradición. De hecho, sin la voluntad de Rothbard de desafiar las tendencias intelectuales de su tiempo, el progreso en la tradición de la Escuela Austriaca podría haberse detenido. En ese momento, su intelectualidad amplia y profunda, personalidad simpática, conocimiento enciclopédico y visión optimista inspiraron a numerosos estudiantes a dirigir su atención hacia la causa de la libertad. Aunque los austriacos están ahora en un puesto más importante que en cualquier punto desde la década de 1930, Rothbard, como Mises antes que él, no fue bien tratado por la academia. Aunque tuvo una cátedra en sus últimos años en la Universidad de Nevada, Las Vegas, nunca enseñó con la capacidad de dirigir tesis. Sin embargo, consiguió reclutar un seguimiento grande, activo e interdisciplinario para la Escuela Austriaca. La fundación del Instituto Mises en 1982, con la ayuda de Margit von Mises, así como de Hayek y Hazlitt, proporcionó multitud de nuevas oportunidades tanto para Rothbard como para la Escuela Austriaca. A través de un flujo constante de conferencias académicas, seminarios de formación, libros, monografías, boletines, estudios e incluso películas, Rothbard y el instituto llevaron a la Escuela Austriaca hasta la época postsocialista. El primer número de la Review of Austrian Economics editada por Rothbard apareció en 1987, se convirtió en semestral en 1991 y en trimestral en 1998, The Quarterly Journal of Austrian Economics. La escuela de formación del verano del Instituto Mises se ha realizado todos los años desde 1984. Durante muchos de estos años, Rothbard presentó su investigación sobre la historia del pensamiento económico. Esto culminó en su Una perspectiva austriaca de la historia del pensamiento económico, en dos tomos, que amplía la historia de la disciplina para abarcar siglos de escritos. A través de la hermandad de alumnos del Instituto Mises, las guías de estudios, bibliografías y conferencias, la Escuela Austriaca ha permeado, hasta cierto punto, prácticamente todos los departamentos de economía y ciencias sociales en Estados Unidos y también en muchos otros países. La fascinante historia de este gran cuerpo de pensamiento, con todos sus vaivenes, es la historia de cómo las grandes mentes pueden avanzar en la ciencia y oponerse al mal con creatividad y valor. Ahora la Escuela Austriaca entra en un nuevo milenio como portadora de un patrón intelectual para la sociedad libre. Lo hace gracias a las mentes heroicas y brillantes que constituyeron la historia familiar de la escuela y a aquellos que están llevando adelante ese legado con el Instituto Mises.