China inicia la construcción de la polémica presa más grande el mundo

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Tokio, Japón, julio 23.- Una nueva disputa por los recursos hídricos se desató esta semana con la megaobra que comenzó a construir China y que amenaza con secar los ríos de países vecinos. Se trata de una presa hidroeléctrica, que promete ser la más grande del mundo; un proyecto que costará 170,000 millones de dólares y generará 60.000 megavatios, suficiente para abastecer de electricidad a un país entero en Europa. La obra, situada en el remoto condado tibetano de Medog, específicamente sobre el río Yarlung Tsangpó, forma parte de la estrategia de Pekín para reforzar su capacidad energética con fuentes limpias, crear empleo y reactivar una economía que muestra signos de desaceleración. Sin embargo, este ambicioso complejo, que superará a la presa de las Tres Gargantas, desató alarma en India y Bangladesh, países río abajo, que temen perder el control sobre un recurso vital: el río Brahmaputra, fuente de agua para riego, consumo humano y generación eléctrica para millones de personas. El proyecto, que contempla la construcción de cinco presas a lo largo de un tramo de 50 kilómetros, aprovechará una caída de 2.000 metros desde la meseta tibetana, en uno de los cañones más profundos del planeta. Su diseño y dimensión eclipsarán a la gigantesca presa de las Tres Gargantas, cuya construcción incluso desplazó levemente el eje de rotación del planeta Tierra. China asegura que la primera generación de energía llegará entre principios y mediados de la década de 2030, pero no ha difundido evaluaciones ambientales ni planes detallados sobre el manejo del agua, lo que alimenta la desconfianza regional. La obra se levanta en una zona altamente sísmica, propensa a deslizamientos, inundaciones glaciares y tormentas extremas, factores que hacen que expertos adviertan sobre los riesgos de construir una infraestructura de tal magnitud en un entorno tan inestable.

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Para India y Bangladesh, el Yarlung Tsangpó es más que un río: convertido en las fuentes Brahmaputra y Jamuna a lo largo de su curso, es la arteria hídrica de vastas regiones agrícolas y urbanas que dependen de su caudal para sobrevivir. Alteraciones en el flujo podrían traducirse en escasez de agua potable, menor producción agrícola y pérdida de biodiversidad en ecosistemas ya frágiles. Aunque, según revela la agencia Reuters, la mayor parte del caudal del Brahmaputra proviene de las lluvias monzónicas al sur del Himalaya, el control de las represas chinas plantea un dilema geopolítico: la capacidad de regular el agua y los sedimentos, ricos en nutrientes que sostienen la fertilidad de las llanuras aluviales, podría ser usada como herramienta de presión en una región donde China e India mantienen disputas históricas. La preocupación también se basa en precedentes. Las represas que China construyó en el río Mekong han sido señaladas como responsables de sequías más frecuentes y severas en países río abajo como Tailandia, Vietnam y Camboya, señala la citada agencia. Un informe del Instituto Lowy de 2020, un centro de estudios australiano, ya advertía que el control de los ríos de la meseta tibetana confiere a Pekín una influencia significativa sobre la economía india. “El control de estos ríos otorga a China un control absoluto sobre la economía india”. El informe advierte que China puede explotar estos recursos y debilitar a las naciones vecinas de tres formas. En primer lugar, puede bloquearlos o desviarlos; “estas presas no solo afectarán negativamente el flujo de agua, sino que también detendrán el flujo de sedimentos que sustenta la agricultura río abajo”, advierte el Instituto. En segundo lugar, el informe advierte que China podría sabotear los ríos transfronterizos contaminándolos, “dejándolos inutilizables”. Y por último, el gigante asiático, puede incluso llegar a “gestionar las inundaciones y las fluctuaciones río abajo”, con lo que las poblaciones que dependen de este recurso hídrico estarían a disposición de las intenciones de Pekín. Las autoridades de Bangladesh, cuya agricultura y pesca dependen del equilibrio hídrico del delta del Jamuna, solicitó información formal sobre los posibles impactos en el caudal y la seguridad alimentaria. Nueva Delhi, por su parte, explora proyectos propios de presas en el río Siang para reforzar sus derechos de uso del agua y prepararse frente a una eventual alteración de los flujos. La central hidroeléctrica de Medog se inscribe en un ambicioso plan chino de desarrollo hidroeléctrico en el Tíbet, donde se han iniciado o proyectado casi doscientas obras desde el año 2000, relata el medio británico BBC. Esta, la mayor de todas, no solo transformará el paisaje sino también la relación de millones de personas con el agua que les da sustento. Mientras Pekín insiste en que la presa aportará energía verde y ayudará a controlar inundaciones, los países río abajo y las comunidades locales temen que, en un contexto de rivalidades y crisis climática, el proyecto se convierta en una fuente de incertidumbre que amenace la estabilidad de sus recursos hídricos vitales para subsistir.