Más de la mitad de la población mundial todavía no tiene ningún acceso a protección social

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Unos 4,100 millones de personas carecen de cualquier tipo de protección social, según un nuevo informe publicado este miércoles por la Organización Internacional del Trabajo. La abultada cifra todavía es más llamativa si se tiene en cuenta que la pandemia del coronavirus ha provocado una expansión sin precedentes de la ampliación de la cobertura social. El análisis prueba que la respuesta a la COVID-19 “fue desigual e insuficiente”, que no hizo más que aumentar la distancia entre los países de altos y bajos ingresos, y que no logró ofrecer la protección social indispensable todos los seres humanos merecen Las medidas que la agencia de la ONU considera como protección social incluyen el acceso a la atención médica y a la percepción de ingresos en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, accidente laboral, maternidad o pérdida del principal generador de ingresos de la familia, así como para las familias con hijos. El director general de la Organización considera que los países “se encuentran en una encrucijada” ya que la respuesta a la pandemia representa el momento idóneo para armar una nueva generación de sistemas de protección social fundamentados en los derechos. “Estos sistemas pueden proteger a las personas de futuras crisis y dar a los trabajadores y a las empresas la seguridad para enfrentar las múltiples transiciones que se avecinan con confianza y esperanza. Debemos reconocer que una protección social eficaz y completa no sólo es esencial para la justicia social y el trabajo decente sino también para la creación de un futuro sostenible y resiliente”, resaltó. La tasa de protección social en el continente americano es superior a la media mundial El informe resalta las amplias diferencias regionales en materia de protección social. Así, mientras Europa, Asia Central y América poseen las tasas de cobertura más altas -84% en los dos primeros casos y 64,3% en el tercero-, Asia y el Pacífico, los Estados Árabes y África cuentan con las más bajas – 44%, 40% y 17,4%, respectivamente-. La gran mayoría de los niños son uno de los grupos poblacionales con menores prestaciones sociales -26,4%-, en tanto que la prestación de maternidad en efectivo solo alcanza al 45% de las madres. A su vez, sólo una de cada tres personas con discapacidad grave en el mundo -33,5%- percibe una prestación por invalidez. La cobertura de las prestaciones de desempleo es todavía más baja ya que sólo el 18,6% de los trabajadores desempleados de todo el mundo poseen cobertura. No al recorte del gasto público La directora del Departamento de Protección Social de la Organización, Shahra Razavi, advertía del inmenso error que supondría recortar el gasto público en protección social tras el amplio desembolso que se ha producido durante la crisis de la COVID-19. “Hay una enorme presión para que los países alcancen una consolidación fiscal, después de los gastos públicos enormes relacionados con sus medidas de respuesta a la crisis, pero sería sumamente perjudicial reducir los gastos en protección social; es necesario invertir en ello ahora”. Los países destinan una media del 12,8% de su producto interior bruto a la protección social, excluyendo a la salud, pero hay un gran desnivel entre ellos. Mientras las naciones de altos ingresos invierten un 16,4% de su PIB en protección social, los bajos ingresos sólo le dedican un 1,1 por ciento. El estudio indica que desde el inicio de la pandemia del coronavirus el gasto adicional necesario para garantizar al menos una protección social mínima para todos ha aumentado de alrededor de 30%. Por lo cual, la OIT calcula que, para garantizar al menos una cobertura de protección social básica, los países de bajos ingresos deberían invertir 77.900 millones de dólares adicionales al año; los de rentas medias-bajas 362.900 millones más anualmente; y los de ganancias medias-altas 750.800 millones extras cada doce meses. Estas cifras equivalen respectivamente al 15,9; 5,1 y 3,1% de su producto interior bruto. “Para construir sistemas capaces de obtener resultados positivos, será necesario combinar los recursos financieros y una mayor solidaridad internacional, sobre todo en apoyo de los países más pobres. Pero los beneficios del éxito superarán las fronteras nacionales en beneficio de todos”, agregó Razavi. Imagen: OIT/MArcel Crozet Una mujer sin hogar sentada junto a una vía férrea en la ciudad de Potosí, en Bolivia.