Jartum, Sudán, octubre 5.- El presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass, catalogó hoy a los momentos actuales, de fuerte desigualdad y retrocesos en el desarrollo mundial, como "tiempos convulsionados" y describió diversas medidas para contribuir a impulsar el crecimiento económico, abreviar la crisis, reanudar el desarrollo y sentar bases sólidas para un futuro más próspero y mejor preparado para afrontar desastres globales como la pandemia de COVID‑19. "Los retrocesos en el desarrollo ponen en peligro la vida, el empleo, los medios de subsistencia y el sustento de las personas. En muchos lugares del mundo, la pobreza va en aumento, los niveles de vida y las tasas de alfabetización disminuyen, y se revierten los avances logrados en la igualdad de género, la nutrición y la salud. Para algunos países, la carga de la deuda era insostenible aun antes de la crisis y ahora está agravándose. En lugar de ganar terreno, los pobres quedan rezagados en lo que constituye una tragedia mundial de desigualdad. Esta drástica contracción del progreso económico y social está dando paso a tiempos convulsionados en la economía, la política y las relaciones geopolíticas". En una alocución pronunciada en Jartum, Malpass, el primer presidente del Grupo Banco Mundial que visita Sudán en casi 40 años, señaló los avances que el país ha logrado recientemente. "En los últimos años, ustedes han hecho un enorme esfuerzo para poner a la población en un camino hacia el desarrollo, en medio de condiciones muy adversas. Hace dos años, el Gobierno de transición de Sudán heredó una economía y una sociedad profundamente dañadas que habían padecido décadas de conflicto y aislamiento. Aun cuando la gente decidió romper con el pasado, el país enfrentó circunstancias extraordinariamente desfavorables: la pandemia de COVID‑19, una plaga de langostas, inundaciones sin precedentes y una gran afluencia de refugiados que escapaban de los conflictos del otro lado de la frontera". "Sin embargo, el país siguió adelante con reformas audaces, retomó las relaciones con la comunidad internacional, liquidó sus atrasos con el Banco Mundial con la ayuda de un préstamo puente de Estados Unidos, y en junio alcanzó el punto de decisión en el marco de la Iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados... Si bien queda mucho trabajo por delante, felicito a las autoridades sudanesas, civiles y militares, por sus esfuerzos y sus logros en la labor conjunta en pos de un futuro mejor. Es fundamental evitar los retrocesos políticos, porque no hay desarrollo sin paz y estabilidad. También me gustaría reconocer la notable resiliencia del pueblo sudanés: su energía para construir un Sudán mejor a pesar de los desafíos es en verdad admirable". Malpass señaló que la pandemia mundial ha agravado enormemente la pobreza: "La crisis de la COVID‑19 ha hecho que las tasas de pobreza volvieran a aumentar después de décadas de disminución constante. Ha empujado a casi 100 millones de personas a la pobreza extrema, y varios cientos de millones más se han convertido en pobres, muchos de ellos en países de ingreso mediano". El presidente del Banco Mundial indicó que, si bien es posible revertir esta situación, persisten los riesgos. Recordó que tras la epidemia mortal de gripe española de 1918‑20, se observó un crecimiento económico extremadamente rápido, pero también mayor desigualdad y peligrosas vulnerabilidades financieras que culminaron en la prolongada Gran Depresión. Malpass planteó una pregunta a la comunidad internacional: ¿Qué debemos hacer para impulsar un crecimiento inclusivo, de base amplia y sostenible, y evitar así una década perdida para el desarrollo? "Primero, debemos poner mayor atención en las prioridades clave y tener en claro cómo las abordamos y medimos... Y segundo, necesitamos lograr una escala mucho mayor para generar impacto". Malpass mencionó cuatro áreas en las que una acción decidida debería generar cambios significativos: lograr estabilidad económica, aprovechar la revolución digital, buscar un desarrollo más ecológico y sostenible, e invertir en las personas. Lograr estabilidad económica Malpass señaló que numerosos países en desarrollo hicieron esfuerzos extraordinarios para brindar apoyo a su población y mantener la actividad económica durante la pandemia. "Muchos han ido más allá de lo que podían costear, especialmente porque la deuda de las economías en desarrollo ya estaba en niveles récord en el momento en que se desató la pandemia". "Cuando la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda caduque a fines de este año, los países de ingreso bajo que reanuden los pagos verán reducido el espacio fiscal del que disponen para comprar vacunas y financiar otros gastos prioritarios", dijo Malpass. "Es hora de buscar una consolidación fiscal gradual y orientada a las personas, y reestructurar la deuda insostenible. En este sentido, será fundamental mejorar y acelerar la implementación del Marco Común del Grupo de los Veinte". Malpass exhortó a intensificar la cooperación mundial, con participación del sector privado, para proporcionar alivio de la deuda a los países más pobres del mundo y financiar inversiones que promuevan el crecimiento. "En Sudán, por ejemplo, un esfuerzo de cooperación internacional, en el que tomaron parte Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, ayudó al país a liquidar sus atrasos con el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras internacionales, lo que permitirá otorgar un alivio de la deuda por valor de USD 50 000 millones, que constituirá la mayor operación de la Iniciativa para los PPME de la historia". Además de mejorar la gestión de la deuda, Malpass afirmó que los países tienen que eliminar el despilfarro en el gasto público, mejorar la eficiencia en la prestación de servicios y reasignar los fondos públicos a los usos más productivos. "Este es también un momento adecuado para implementar una gestión proactiva de la deuda que reestructure los pagos mientras las tasas de interés internacionales se mantienen bajas. Es necesario adoptar medidas concretas para lograr mayor transparencia en los contratos de financiamiento, incrementar la rendición de cuentas y garantizar que las decisiones se basen en información exhaustiva. Los países de ingreso bajo deben dar prioridad a los créditos en condiciones concesionarias y evitar el financiamiento con tasas de interés elevadas que se ha vuelto cada vez más problemático. Será fundamental poner énfasis en esta agenda en cada país y medir los avances". Aprovechar la revolución digital "Si se adoptan soluciones digitales con mayor rapidez, se puede ampliar drásticamente el acceso al financiamiento y crear nuevas oportunidades económicas", afirmó Malpass. Señaló también que las soluciones digitales pueden aumentar la competencia en los mercados de productos y permitir a las personas vender servicios por Internet y conectarse así con los mercados nacionales y globales. "Para apoyar esta transformación se deben adoptar numerosas medidas a gran escala: invertir en infraestructura digital, eliminar los monopolios en el sector de las telecomunicaciones, proporcionar documentos nacionales de identidad y crear un entorno regulatorio propicio". "La revolución digital también puede transformar el sector público. Por ejemplo, permite replantear radicalmente los sistemas de protección social. En todo el mundo vemos que muchos programas pasan de la entrega de bienes en especie y de dinero en efectivo a la entrega digital, que los beneficiarios reciben directamente en sus cuentas bancarias o pueden ver en sus teléfonos. Del mismo modo, tanto en el sector formal como en el informal, los nuevos sistemas de pago permiten efectuar las compras cotidianas a través del teléfono, utilizando códigos QR y otras tecnologías. Kenya y muchos otros países africanos tienen amplia experiencia en esta área", dijo Malpass. Buscar un desarrollo más ecológico y sostenible Malpass señaló que la comunidad internacional ha asumido el firme compromiso de desacelerar el aumento de los niveles de carbono en la atmósfera y reducir los impactos climáticos en los sectores más vulnerables. "Un paso clave es poner freno a la instalación de nuevas plantas alimentadas a carbón, desmantelar las existentes y sustituirlas por fuentes de electricidad más limpias. Debemos apoyar a los países para que logren una transición ‘justa’, lo que incluye proteger a los trabajadores afectados". "Este es también el momento de revitalizar las reformas del sector eléctrico, que a menudo han quedado estancadas. Los subsidios a la energía son costosos y distorsivos, pero su eliminación debe implementarse de manera tal que resuelva las ineficiencias subyacentes y amplíe el acceso al suministro. Para lograr una energía limpia y asequible es necesario que haya competencia en la generación y distribución de electricidad, así como un organismo regulador verdaderamente independiente... El transporte es otra fuente importante de emisiones. En vista de que se prevé un incremento de la urbanización en los países en desarrollo, la infraestructura y el diseño de las ciudades pueden marcar una diferencia enorme. En lugar de metrópolis extensas donde los habitantes pasan horas viajando para llegar a sus empleos, los Gobiernos pueden proponerse desarrollar ciudades más compactas con sistemas de transporte público eficientes y no contaminantes. En las iniciativas referidas al cambio climático, tanto de mitigación como de adaptación, y en las de desarrollo en general, debemos priorizar y dirigir los esfuerzos de modo de lograr el mayor impacto posible por cada dólar gastado y buscar soluciones que puedan ampliarse rápidamente". Invertir en las personas Malpass destacó la importancia de invertir en la salud y la educación a largo plazo de las personas, es decir, en la agenda del capital humano. "Para fortalecer los sistemas de educación y salud no basta con brindar recursos presupuestarios de manera eficiente y priorizada. Por ejemplo, es importante alinear los incentivos de los docentes y los proveedores de atención médica, (públicos o privados) con las necesidades de las personas a las que brindan servicios. Y también es fundamental encontrar soluciones ampliables para mejorar la atención médica y elevar la calidad de la educación, incluso a través del aprendizaje a distancia. "La acumulación de capital humano es más importante en los países afectados por conflictos que en cualquier otro sitio, pues es allí donde vive la mayoría de los pobres hoy en día. Ayudar a los refugiados y a las comunidades que los reciben es una prioridad clave. La seguridad es esencial, pero los soldados no pueden ganar la batalla del desarrollo. Es más probable que el cambio provenga de pequeñas victorias ganadas en millones de hogares a lo largo del tiempo". Malpass mencionó también el papel que puede desempeñar el Grupo Banco Mundial. "Las características singulares del Grupo Banco Mundial lo ubican en una posición única para apoyar a los países en las cuatro prioridades que he señalado, brindando financiamiento y conocimientos técnicos a los Gobiernos, al tiempo que moviliza al sector privado. Contamos con una experiencia inigualable en el trabajo con países, y con expertos técnicos en todos los sectores clave". Combatir los retrocesos en el desarrollo "Esta crisis sin precedentes ha dado paso a tiempos convulsionados. Las numerosas opciones a las que nos enfrentaremos en los próximos años determinarán si los países en desarrollo sufrirán una década perdida o darán comienzo a un rápido crecimiento y una transformación económica", afirmó Malpass. “Para lograr el éxito se requiere la participación activa de los sectores público y privado de todos los países, de la sociedad civil y las fundaciones, y de toda la comunidad internacional para trabajar en conjunto. Estos esfuerzos exigen que los dirigentes tengan metas ambiciosas para la prosperidad de las personas. Y requieren atención y escala en todo nuestro trabajo en el área del desarrollo".