Washington, DC, noviembre 27.- El transporte es parte esencial de la misión del Banco Mundial de luchar contra la pobreza e impulsar la prosperidad compartida. Con las políticas y recursos adecuados, el transporte tiene el poder de impulsar las economías, ayudar a enfrentar el cambio climático y conectar a las personas con servicios básicos como la salud o la educación. La crisis provocada por la COVID-19 no ha hecho más que subrayar la importancia del transporte: el año pasado, el sector fue fundamental para trasladar a trabajadores esenciales a sus empleos, mantener la economía a flote y poner en marcha la distribución de las vacunas en el mundo. Pero la actual situación también ha expuesto las vulnerabilidades de la industria del transporte, ya que los operadores enfrentan graves trastornos y grandes pérdidas de ingresos en todo el mundo. Cuando el mundo emerge de la pandemia, repensar la movilidad es ahora una prioridad a fin de mejorar la resiliencia de los países y crear las condiciones para una recuperación más verde e inclusiva. Reducir el impacto del transporte sobre el clima es una de las prioridades más urgentes. El sector representa el 23 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía, cifra que podría superar el 30 % en la próxima década bajo un escenario de “prácticas habituales”. Se requieren soluciones ambiciosas para reducir la huella de carbono de los sistemas de transporte nuevos y existentes. Las oportunidades más significativas para hacer que el sector avance hacia la sostenibilidad climática incluyen reformas de políticas e inversiones en el diseño de redes de transporte público, la eficiencia vehicular, la gestión de la demanda, el desarrollo regional y el uso del suelo. La seguridad vial es otro desafío crucial que debe abordar el sector del transporte. Más de 1,35 millones de personas pierden la vida anualmente debido a accidentes de tránsito, y el 93 % de las muertes se producen en los países en desarrollo. Otros 50 millones de usuarios de las calles y carreteras resultan gravemente heridos todos los años. Las muertes y lesiones por accidentes viales reducen el PIB de los países de ingreso bajo y mediano en un porcentaje estimado de entre 1 % y 5 %. Reducir a la mitad las muertes por accidentes de tráfico podría aumentar en 22 % el PIB per cápita en algunos países en un periodo de dos décadas. Transporte sostenible también significa transporte inclusivo, y el sector tiene un largo camino por recorrer cuando se trata de promover el acceso equitativo. En todo el mundo, 1000 millones de personas aún viven a más de 2 kilómetros de un camino transitable todo el año. Una de cada seis mujeres en todo el mundo no busca empleo porque teme al acoso en los medios de transporte público. Ampliar las alternativas de transporte sostenible, especialmente en comunidades vulnerables o de bajos ingresos, será una forma poderosa de que los países impulsen el desarrollo humano y la inclusión social. En las zonas rurales de Marruecos, la matrícula de las niñas en la escuela primaria aumentó del 17 % al 54 % cuando se mejoró el acceso de estas a los caminos. En Lima, se pondrán a disposición otros 100 000 empleos adicionales para las personas que viven en los distritos más pobres gracias a una nueva línea de metro. Además de los nuevos resultados en materia de desarrollo humano, las inversiones en transporte generan beneficios económicos importantes. La transición hacia la movilidad sostenible podría suponer un ahorro de USD 70 billones de aquí a 2050 si se tienen en cuenta todos los costos del transporte, incluidos los vehículos, el combustible, los gastos operacionales y las pérdidas debido a la congestión. Un mejor acceso a las carreteras podría ayudar a África a ser autosuficiente en alimentos y crear un mercado alimentario regional por un valor de USD 1 billón para 2030.