Washington, DC, mayo 12.- Pese a la COVID-19, los flujos de remesas demostraron su resiliencia y disminuyeron menos que lo previsto en 2020. Según la última edición de la Reseña sobre migración y desarrollo, los países de ingreso bajo y mediano recibieron flujos de remesas registrados oficialmente por 540 mil millones de dólares en 2020, apenas un 1,6 % por debajo del total de USD 548 000 millones de 2019, informó el Banco Mundial. La disminución de 2020 fue menor que la que se produjo durante la crisis financiera mundial de 2009 (un 4,8 %). También fue bastante inferior a la caída de los flujos de inversión extranjera directa (IED) a este grupo de países, que sin incluir los flujos provenientes de China, disminuyeron más de un 30 % en 2020. Como resultado, durante 2020, los flujos de remesas a los países de ingreso bajo y mediano superaron los volúmenes de IED (USD 259 000 millones) y de asistencia externa para el desarrollo (USD 179 000 millones). Los principales factores que sostuvieron los flujos incluyeron los estímulos fiscales aplicados en los países anfitriones, que mejoraron las condiciones económicas con respecto a las previsiones; la transición del dinero en efectivo al dinero digital para el envío de remesas, y de los canales informales a los formales, y los movimientos cíclicos en los precios del petróleo y de los tipos de cambio. Se estima que el verdadero volumen de las remesas, que incluye los flujos formales y los informales, es superior a los datos oficiales, si bien el alcance de los efectos de la COVID-19 sobre los flujos informales no está claro. Se estima que la llegada de remesas a América Latina y el Caribe aumentó un 6,5 % en 2020 y alcanzó los USD 103 000 millones. Si bien la COVID-19 causó una repentina disminución en el volumen de las remesas en el segundo trimestre de 2020, los envíos recuperaron terreno durante el tercer y cuarto trimestres. Aunque todavía no ha llegado a los niveles previos a la pandemia, la mejora del empleo en Estados Unidos ha permitido aumentar los flujos de remesas a países como México, Guatemala, República Dominicana, Colombia, El Salvador, Honduras y Jamaica, que reciben la mayoría de las remesas de migrantes que trabajan en Estados Unidos. Los ingresos de remesas aumentaron en Asia meridional (5,2%) y en Oriente Medio y Norte de África (2,3 %). Sin embargo, cayeron en Asia oriental y el Pacífico (7,9 %), en Europa y Asia central (9,7 %) y en África al sur del Sahara (12,5 %). El declive en los flujos enviados a África al sur del Sahara respondió casi en su totalidad a una caída de un 28 % en los flujos de remesas a Nigeria. Si se excluyen los flujos a Nigeria, las remesas enviadas a África al sur del Sahara aumentaron un 2,3 %, lo que demuestra su resiliencia. “La resiliencia de los flujos de remesas es notable. Las remesas están ayudando a satisfacer la creciente necesidad de las familias de contar con medios de subsistencia”, dijo Dilip Ratha, principal autor del informe sobre migración y remesas y director de la Alianza Mundial de Conocimientos sobre Migración y Desarrollo (KNOMAD). “Ya no pueden considerarse como insignificantes. Hace casi dos decenios que el Banco Mundial viene haciendo un seguimiento de los flujos migratorios y de remesas, y estamos trabajando con Gobiernos y asociados para elaborar datos oportunos y lograr que los flujos de remesas sean aún más productivos”. De la mano del repunte del crecimiento mundial previsto para 2021 y 2022, se espera que los flujos de remesas hacia los países de ingreso bajo y mediano aumenten un 2,6 % en 2021 para alcanzar los 553 000 millones de dólares, y un 2,2 % en 2022 para llegar a los 565 000 millones de dólares. Mientras que varias naciones de ingreso alto han logrado avances importantes en la vacunación de sus poblaciones, las tasas de contagio continúan siendo altas en muchas de las principales economías en desarrollo, y las perspectivas para las remesas siguen siendo inciertas. Imagen: BBVA