Ciudad de México, diciembre 5.- La semana pasada se llevó a cabo la Conferencia Internacional sobre Reducción de Homicidios, un espacio excepcional que presentó las voces y el trabajo de especialistas que han dedicado su vida a entender el cómo y el por qué de la crisis de violencia homicida que azota al país y a varias regiones más. Nosotras participamos en ella, a través del programa de seguridad y los apuntes de su coordinadora, Sandra Ley. Nuestro enfoque principal giró en torno a los ataques del crimen organizado contra autoridades y personas candidatas, una línea de investigación de la que pronto sabrán más y que cobra relevancia en vista del año que nos espera, y la Madre de todas las Elecciones. Algunas de nuestras preocupaciones: Ha habido un aumento sustantivo de los ataques de alto perfil, con los homicidios como el principal y más recurrente fenómeno. Las mujeres en la política son principalmente afectadas a través de sus círculos más cercanos y el uso de violencia psicológica. Se requiere de una política pública que reconozca los fenómenos que acompañan al homicidio de personajes de alto perfil y que distinguen entre sus víctimas. Los tres días de conferencia no consistieron sólo en llamadas de alerta. El Programa de Seguridad Ciudadana de la IBERO y organizaciones de la coalición convocante de la conferencia publicamos las directrices de un Plan Nacional para la Reducción de Homicidios en México. A partir de las exposiciones de especialistas nacionales e internacionales se formulan ocho directrices para la reducción de la violencia homicida en México: 1. Construir datos confiables sobre la violencia homicida. Ante la problemática del subregistro de la violencia letal, es pertinente impulsar una política de datos abiertos en materia de homicidio y desaparición de personas. Los datos de calidad permitirán identificar tendencias, formular estrategias, evaluar, monitorear, investigar y prevenir la violencia homicida. 2. Reconocer los diferentes tipos de homicidio. La atención del problema de la violencia homicida requiere del reconocimiento de diversos perfiles de víctimas, como mujeres, integrantes de la comunidad LGBTTTIQ+, personas candidatas y funcionarias, autoridades electas, y sus círculos más cercanos. Las diversas formas de violencia homicida requieren de protocolos de investigación y programas de prevención específicos. 3. Implementar estrategias de reducción y prevención de homicidios focalizadas y fundadas en evidencia. Las intervenciones de mano dura y la militarización no han sido efectivas para la reducción de la violencia letal. Por tanto, es necesario desarrollar estrategias focalizadas y con objetivos claros, además de considerar programas específicos para zonas de alta letalidad. Las mejores prácticas en América Latina en materia de reducción de homicidios deben inspirar el diseño de estrategias para México. Entre el repertorio de estrategias se incluyen aquellas de control de armas, atención de la violencia de género, control del consumo de alcohol, intervenciones policiales y prevención social y situacional. Las estrategias implementadas deben ser evaluadas en su impacto. 4. Adoptar una perspectiva de género, derechos humanos, interseccionalidad e interculturalidad. Es pertinente visibilizar y atender la violencia por prejuicio en contra de poblaciones históricamente marginadas y vulneradas como, entre otras, las mujeres trans y los pueblos originarios. La sensibilización y capacitación de las personas operadoras del sistema de seguridad y justicia debe incluir los ejes de género, derechos humanos, interseccionalidad e interculturalidad. 5. Reducir la impunidad en los delitos de homicidio doloso, feminicidio y transhomicidio. Solo 7 de cada 100 homicidios ocurridos en México se resuelven. Es imperativo fortalecer las capacidades de investigación de los delitos de homicidio doloso, feminicidio y transhomicidio por medio de protocolos específicos, políticas y planes de persecución penal, desarrollo de tecnologías de información y articulación interinstitucional. 6. Considerar estrategias de reducción de homicidios dirigidas a las personas agresoras. Se debe estudiar la posibilidad de implementar estrategias de disuasión focalizada y considerar la aplicación de amnistías por crímenes menos graves. Es fundamental promover la reinserción de personas egresadas de centros penitenciarios sentenciadas por homicidio. 7. Implementar una política integral de control de armas. Deben generarse datos confiables sobre disponibilidad de armas de fuego. Considerando que 7 de cada 10 homicidios se comenten con arma de fuego, es necesario el diseño e implementación de políticas nacionales y regionales de control de armas. 8. Fortalecer la articulación entre la academia, los movimientos sociales, los pueblos originarios y las organizaciones de la sociedad civil para el impulso de la agenda de reducción de homicidios. El diálogo entre saberes disciplinarios y no disciplinarios es fundamental para la comprensión de la violencia homicida y el acompañamiento a las víctimas directas e indirectas.