Ciudad de México, agosto 12.- La Fiscalía General de la República (FGR) difundió que se ha puesto en contacto con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, para solicitarle información sobre su relación con Ismael El Mayo Zambada. Esta petición llega un día después de que el capo mexicano afirmara en una carta que fue secuestrado y trasladado a Estados Unidos cuando iba a una reunión con el mandatario morenista. Rocha dijo el sábado que no había ningún elemento para vincularlo y pidió a la instancia federal que investigara el asunto. La FGR ha solicitado atraer “con carácter urgente” el asesinato del exalcalde de Culiacán, Héctor Melesio Cuén. A pesar de ello, el ánimo ciudadano no duda que el sinaloense tenga alguna relación de negocios con el narcotraficante, dada la influencia política que han mostrado los narcos en México durante el periodo de López Obrador. Rubén Rocha apareció el sábado junto a López Obrador y Claudia Sheinbaum en la inauguración de un hospital en Sinaloa, unas horas después de la publicación de la carta del Mayo. Ahí se defendió “No tiene nadie del crimen organizado que citarme a una reunión para resolver un problema, no hay por qué. Los problemas del gobierno los resolvemos en las instituciones, no tenemos complicidad con el crimen”, dijo el gobernador justo antes del evento, “no hay absolutamente nada, nada que pueda vincularme con ese asunto, nada, lo digo de manera tajante, contundente”. Según dijo él estaba fuera de Sinaloa el 25 de julio: “Todo me lo estuvieron informando durante el día y durante la noche. Regresé el siguiente día muy tempranito”. Dos semanas después del arresto de El Mayo en suelo estadounidense, el puzzle de su detención sigue sin completarse. El poderoso fundador del Cartel de Sinaloa, quien nunca había pisado la cárcel y vivía escondido en la sierra de Sinaloa, fue atrapado por las autoridades de Estados Unidos, cuando bajó de un avión en Santa Teresa, Nuevo México, acompañado de Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de El Chapo Guzmán, conocido como El Güero. Desde ese 25 de julio se han multiplicado las versiones sobre cómo había llegado el capo, de 76 años, a ser servido en bandeja a los agentes estadounidense.