Nuevo aeropuerto de México no logra atraer aerolíneas ni aumentar frecuencias de vuelo

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Ciudad de México, septiembre 15.- El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), construido en la base aérea de Santa Lucía durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, continúa sin consolidarse como un centro de conectividad nacional e internacional. Especialistas advierten que la terminal, ubicada en Zumpango, Estado de México, enfrenta problemas de transporte terrestre, costos más altos de lo previsto y una limitada atracción de aerolíneas. El origen de este proyecto se remonta a 2014, cuando el entonces presidente Enrique Peña Nieto anunció la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco, que se proyectaba como el tercero más grande del mundo, con capacidad para 70 millones de pasajeros al año, 120 millones de personas transportadas y hasta dos millones de toneladas de carga. Sin embargo, en 2018, en plena campaña presidencial, López Obrador prometió cancelarlo por su alto costo y el impacto ambiental en la zona. Tras ganar las elecciones, el mandatario organizó una veloz consulta popular a finales de octubre de ese año para decidir entre continuar el NAIM o construir una nueva terminal en la base aérea de Santa Lucía, junto con el mantenimiento del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). La votación, que duró apenas tres días, dio como resultado la cancelación del proyecto de Texcoco y el inicio del AIFA. La obra fue inaugurada en marzo de 2022. Carlos Torres, analista del sector aéreo, señaló al portal especializado a21.com.mx que el 90 % de los pasajeros que utilizan el AIFA viajan en rutas nacionales, principalmente de ocio y turismo, mientras que el segmento de negocios es reducido. La falta de un sistema eficiente de conexión con la capital, incluido el tren prometido entre el AICM y la nueva terminal, sigue siendo un obstáculo. Aunque el AIFA movilizó 6,3 millones de pasajeros en 2024 —casi el 30 % de su capacidad prevista para 2032—, Torres explicó que este crecimiento obedece en buena parte a las restricciones impuestas en el AICM, que obligaron a las aerolíneas nacionales a aumentar operaciones en Santa Lucía. “Más de 90 % de los usuarios son de vuelos domésticos; la tendencia seguirá igual”, advirtió. El especialista también indicó que, pese a algunos avances en promoción y en infraestructura, la terminal depende casi por completo del transporte en autobús o automóvil particular, lo que limita su atractivo. Según sus cálculos, el aeropuerto podría alcanzar la meta de 20 millones de usuarios en cinco años, siempre que se concreten mejoras sustanciales en conectividad y servicios. Pablo CasasLías, director del Instituto Nacional de Investigaciones Jurídico-Aeronáuticas, fue más crítico y calificó la obra como un “fracaso” al no descongestionar el espacio aéreo del Valle de México ni atraer a aerolíneas internacionales. “Operativamente el aeropuerto no sirvió para nada y no servirá para nada dado que carece de conectividad terrestre, pero sobre todo de conectividad aérea”, aseveró CasasLías. Recordó que la cancelación del NAIM, bajo el argumento de su alto costo, derivó en un gasto superior al previsto: entre la construcción del AIFA, las indemnizaciones y el mantenimiento del AICM, el desembolso público supera los 425.000 millones de pesos. Esa cifra es superior a los 300.000 millones de pesos que iba a costar el NAIM. En la misma línea, Juan Carlos Machorro, socio de la consultoría Santamarina & Steta, afirmó que el sistema metropolitano de aeropuertos —AICM, AIFA y Toluca— no podrá cubrir la demanda de entre 75 y 80 millones de pasajeros proyectada para 2030. “No se ve cómo vayan a ir complementando el AICM y el AIFA; seguimos sin contar con estudios contundentes que aseguren una operación conjunta segura de ambos aeropuertos”, dijo.