La realidad no sólo es terca sino implacable; igual de implacable que los números. La realidad confirma que al día de hoy, 21 de febrero del 2021, en México han muerto poco más de 180 mil ciudadanos a causa de la pandemia. Y los números ratifican que esa cifra, de 180 mil defunciones, es mayor al número de muertos ocasionados al momento en que fueron lanzadas las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, en Japón, en 1945. Y esa trágica realidad de la pandemia en México se impuso cuando hoy, 21 de febrero del 2021, el número de víctimas mortales –el número oficial–, llegó a 180 mil mexicanos que ya no están entre los vivos. Una catástrofe multiplicada por tres, si tomamos en cuenta que hace ocho meses –el 4 de junio del 2020–, en Palacio Nacional el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, dijo que “sería un escenario muy catastrófico” que la cifra de muertes por la pandemia pudiera llegara a 60 mil vidas perdidas. Así lo dijo, de manera textual: “…tenemos estimaciones que van desde las más baja, de 6 mil muertos, escenarios de 8 mil, 12 mil y 30 mil muerto. Incluso se propuso un escenario muy catastrófico, de 60 mil muertos”. Y reiteró que la cifra de 60 mil muertos, “sería un escenario muy catastrófico”. Hoy, ocho meses después, la cifra estimada como catastrófica se ha triplicado, ante el desdén oficial. Hoy el desastre contabilizan poco más de 180 mil vidas perdidas, de las cuales muchos miles podrían haberse salvado si el gobierno federal hubiese actuado de manera correcta. Hoy el apocalípsis no sólo triplicó sus estragos sino que se multiplican por tres los errores, los desaciertos, las torpezas y las muestras de ignorancia del gobierno federal, del presidente Obrador y de todos los involucrados en el fallido sistema salud. Hoy la tragedia alcanza a más de medio millón de mexicanos que han perdido un padre, un hijo; una madre, una hija; una abuela, un abuelo, un nieto, un tío, una tía, un sobrino… Hoy la calamidad llegó a millones de mexicanos que han perdido a un amigo, a una amiga, al amor de toda la vida; millones de ciudadanos mexicanos que lo perdieron todo; no sólo al ser amado, sino los ahorros de toda la vida, el empleo. Hoy la desgracia obligó a miles de mexicanos a despedirse de sus seres más queridos en medio de la rabia que significa verlos morir sin esperanza, sin un velorio digno, sin una despedida amorosa y con la frialdad de la cremación en masa, como si se tratara de la fosa común. Hoy, el flagelo y la pérdida de los seres amados llevó a millones de mexicanos a perder la esperanza en el futuro. Hoy la debacle empujó a millones de ciudadanos mexicanos a sentir que están solos ante la pandemia, que no hay esperanza en un gobierno criminal que todos los dìas miente y engaña; un presidente que oculta su verdadera responsabilidad en la tragedia colectiva y que, por si hiciera falta, se burla de la muerte de cientos de miles. Hoy el inútil e irresponsable gobierno federal pretende desviar la atención del tamaño escalofriante de la debacle a causa de la pandemia, cuando la realidad es que 180 mil muertes –la cifra oficial de mexicanos fallecidos al 21 de febrero del 2021–, son más que las vidas que se perdieron en cataclismos como las bombas de Hiroshima y Nagasaki. De ese tamaño es la responsabilidad criminal del gobierno de López Obrador; una responsabilidad que no será perdonada por la historia. Se los dije.