A las mujeres de México

foto-resumen

Por Beatriz Pagés Entendamos algo. El primer misógino de la nación vive en Palacio Nacional y “trabaja” como Presidente. El “Ya chole” nos hizo ver claro: el 1 de diciembre de 2018 llegó al poder el heredero de un sistema atávico y rancio que odia a la mujer. ¿De qué otra forma podemos entender la protección a Salgado Macedonio? El “Ya chole” a los críticos del candidato a Guerrero, acusado de violar mujeres, es la protección del patriarca a sus amigos abusadores. Toda dictadura es un patriarcado. Es poner los privilegios de los hombres, por encima de los derechos de la mujer. Es construir alianzas criminales y de impunidad como la que existe entre AMLO y Salgado Macedonio. Eso debió explicarle la señora Gutiérrez Müller a su esposo, el presidente, cuando le preguntó ¿qué trataban de decir las feministas con “romper el pacto patriarcal”? Detrás del “Ya chole” hay un régimen anti-mujer. La cancelación de estancias infantiles, el cierre de refugios para mujeres violentadas, la eliminación de fideicomisos para atender cáncer de mama, el desdén hacia las mujeres asesinadas, despreciar las llamadas de auxilio por violencia, reflejan el pensamiento de un macho autoritario que sólo tiene voluntad para proteger a los Salgado Macedonio. Nunca antes un presidente de la república había utilizado el poder para humillar a la mujer mexicana. Nosotras estamos pagando los costos de sus ideas fijas y preconcebidas, de sus prejuicios, de sus tormentos, de sus odios. La impunidad de la que goza y seguirá gozando el legislador de Guerrero acusado de ser un agresor sexual, es una bofetada del inquilino de Palacio a las mujeres de México. Es una ofensa y no, precisamente, a las más ricas o “conservadoras”, sino a las más pobres. Representa entregar una licencia para violar a ese hombre que llega ebrio a su hogar y somete a golpes a la esposa para obligarla a tener relaciones. Es legitimar la violación de niñas en sus hogares. Es un aplauso a los feminicidas, a los traficantes, a los pederastas. El “Ya chole” le pegó a todas y a todos. Es una bala que pegó en el corazón del país. Atravesó transversalmente a todos los estratos socioeconómicos. Fracturó todo a su paso, a las familias, a las indígenas, a las maestras y enfermeras, al ama de casa, a la obrera y a la comerciante, incluso a las mujeres que militan en el partido del presidente. ¿Cómo van a defender ahora las secretarias de Estado a su jefe? Ellas, que abandonaron el ropaje de luchadoras sociales para ponerse el hábito de novicias cartujas. ¿Con qué credibilidad van a salir a defender las candidatas de Morena los derechos de género? Nada podrá borrar de la memoria colectiva el “Ya chole”. Ni las exposiciones y esculturas en honor a Leona Vicario o a Josefa Ortiz de Domínguez. Ni la falsa propaganda para reivindicar a la mujer campesina. El “Ya chole” quedó grabado como agravio en el cuerpo y en la piel de una nación que nació precisamente del vientre de una indígena. Es la virgen de Guadalupe, pero también la suave patria. El “ya chole” deshonra los símbolos más icónicos de una nación mestiza. De un país donde más del 50 por ciento de la población es femenina, que ha plasmado su alma en los pechos de una madre morena que amamanta amorosamente a su pueblo. El “Ya chole” desnuda, exhibe, denuncia, deja ver que el agresor permanente de la democracia, de la división de poderes, del orden constitucional, de la libertad de expresión es también el que trasgrede cuerpos. Esta dictadura no solo desmantela instituciones, también atraviesa y destroza mujeres. El manejo de las redes sociales desde Palacio Nacional son una prueba contundente del odio que tiene este régimen a la mujer. Los tuiteros de presidencia saturan las redes con calificativos y contenidos altamente misóginos. Los bots están programados para atacar a las feministas como “perras” y a los adversarios políticos con expresiones machistas que normalizan la violencia de género. El “Ya chole” llegó al inconsciente para quedarse. Es la injuria que puede convertirse en semilla de una revolución feminista y no feminista para salvar a una nación. Mujeres: Tomemos la decisión.