Hoy podemos comunicarnos en tiempo real, con voz y datos, al otro lado del océano sin mayor problema. Lo de hoy, era ciencia ficción hace 50 años. A mediados de 1990, en sus discursos sobre El Estado de la Unión, el presidente Bill Clinton subrayaba la importancia de esta herramienta: “Donde cada niño pueda estirar la mano hasta un teclado y alcanzar todos los libros que se han escrito, todas las pinturas que se han pintado, todas las sinfonías que se han compuesto…”. Por esos años dijo que, los niños en una cama de hospital, estarían comunicados en todo momento con sus seres queridos para no sentirse solos. En febrero de 1996, firmó la ley de telecomunicaciones, que les permitió a los estadounidenses entrar a la revolución digital y navegar a lugares remotos por las súper vías de la información. Simbólicamente, firmó esa ley con la pluma con la que Eisenhower firmó, en 1957, la ley de autopistas interestatales que unió a miles de norteamericanos. En los 90’s del siglo pasado, acceder en México al Internet era lento y carísimo. Conectarse unos minutos a la red significaba una fortuna para la mayoría de los mexicanos. Las cosas cambiaron y, sin problema, en este momento, encontramos casi todo en la red: información, canciones, familiares, viejos amigos, recetas, noticieros, videos y películas de todo tipo. El Internet nos cambió la vida. En México el 88.6 por ciento de personas de 6 años en adelante usan internet. Lo triste es que, sólo 2, de cada 10 hogares pobres, tienen acceso al Internet. Los pobres entre los pobres son víctimas de casi todos los males, entre otros, de la desinformación y el analfabetismo digital.