Aranceles 101: ¿Qué son, quién paga la factura y quién gana (si alguien gana)?

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Por Diego Marroquín Bitar y Valeria Moy Los aranceles son impuestos que los gobiernos imponen al comercio. Si bien pueden aplicarse a las exportaciones, se aplican principalmente a las importaciones, generalmente para proteger a las industrias locales. Imaginemos un mercado local en el que se venden manzanas. El minorista puede elegir entre manzanas cultivadas localmente y manzanas importadas. Si un productor extranjero quiere vender manzanas en este mercado, sus productos podrían estar sujetos a un impuesto, un arancel que haga que las manzanas importadas sean más caras que las nacionales. La lógica de los aranceles es sencilla: Al encarecer las importaciones, los aranceles hacen que los productos locales sean comparativamente más baratos y, al menos en el corto plazo, más competitivos. Igual que otros impuestos, los aranceles proporcionan ingresos que pueden utilizarse para apoyar industrias locales, financiar programas públicos o cubrir gastos gubernamentales. Los aranceles pueden servir como herramientas de negociación para obtener concesiones de los socios comerciales. Por ejemplo, el presidente Trump impuso un arancel del 25% a todos los bienes importados de México y Canadá (10% para el petróleo canadiense), los dos mayores socios comerciales de Estados Unidos bajo el Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que entrará en vigor el 4 de febrero de 2025. ¿Quién paga el precio? Si bien los aranceles parecen penalizar a los productores extranjeros al hacer que sus bienes o servicios sean menos competitivos, la realidad es que los consumidores y las empresas estadounidenses, en última instancia, son los que pagan el costo. El gasto adicional de los aranceles se transmite en forma de precios más altos en las cajas registradoras y mayores costos para los fabricantes que dependen de insumos importados. Ya se trate del café colombiano o de las manzanas extranjeras, los aranceles encarecen los bienes importados para los consumidores estadounidenses . Con el tiempo, actúan como un impuesto oculto sobre productos de uso diario, desde alimentos como los aguacates y la cerveza hasta bienes esenciales como electrodomésticos, dispositivos médicos y tecnologías de vanguardia utilizadas en vehículos eléctricos (VE) e inteligencia artificial (IA). El impacto económico puede ser significativo: los aranceles exacerban la escasez de oferta si la producción nacional no puede satisfacer la demanda, perturban las industrias e inflan los costos tanto para las empresas como para los hogares. ¿Qué significan los aranceles a México y Canadá para el T-MEC? Imponer aranceles a los socios del T-MEC tendría consecuencias de largo alcance y socavaría décadas de colaboración e integración económicas. A continuación, se detallan las consecuencias: 1. Costos más altos en todas las industrias: los aranceles a las autopartes mexicanas, al petróleo canadiense o a materias primas como el acero y el aluminio aumentan los costos de producción en industrias como la automotriz o la construcción en Estados Unidos y reducen la competitividad de Estados Unidos frente a la Unión Europea o China. Los mayores gastos de producción podrían provocar pérdidas de empleos, en particular en el sector manufacturero. 2. Cadenas de suministro interrumpidas: Las cadenas de suministro profundamente integradas de América del Norte, construidas en el marco del T-MEC y valoradas en alrededor de 2 billones de dólares anuales, son fundamentales para la producción de bienes esenciales como dispositivos médicos, baterías para vehículos eléctricos y equipos de protección personal (EPP). Los aranceles debilitarían esta colaboración regional, obstaculizarían la capacidad de la región para competir e innovar en industrias de alta tecnología e invitarían a medidas de represalia de México y Canadá, que juntos representaron el 30% de las exportaciones estadounidenses en 2024. 3. Amenazas a la credibilidad del T-MEC: Los aranceles destruirían la confianza en el T-MEC, dificultando la cooperación futura no solo en materia comercial, sino también en cuestiones más amplias como la inmigración y la seguridad. Desalentarían la inversión en sectores clave para el crecimiento, como la inteligencia artificial, los vehículos eléctricos y la manufactura avanzada, lo que frenaría la innovación y el desarrollo económico. En última instancia, los aranceles corren el riesgo de poner en peligro la exitosa prórroga del T-MEC en 2026. ¿Quién gana con los aranceles? Los claros ganadores de los aranceles estadounidenses no son los consumidores ni los productores estadounidenses, sino sus rivales geopolíticos, como China y Rusia. Al debilitar la integración y la competitividad norteamericanas, los aranceles crean oportunidades para que Pekín y Moscú expandan su influencia. Un mercado norteamericano fragmentado es menos atractivo para los inversores extranjeros, lo que fortalece aún más a China y Rusia en las cadenas de suministro globales y reduce la resiliencia de la región frente a los desafíos económicos globales. El camino a seguir En apenas cinco años, el T-MEC ha ayudado a crear empleos, expandir el comercio y fortalecer la posición de América del Norte en la economía global. Pero los aranceles amenazan con deshacer estos avances. En lugar de poner en peligro décadas de progreso, Estados Unidos, México y Canadá deben trabajar juntos para defender el marco normativo del acuerdo. Si bien los aranceles pueden ofrecer ventajas políticas o influencia a corto plazo, corren el riesgo de debilitar la posición global de América del Norte. Un mercado norteamericano fuerte e integrado es esencial para competir en un mundo cada vez más marcado por la rivalidad geopolítica, la competencia en las cadenas de suministro y la innovación tecnológica. Preservar el T-MEC implica algo más que comercio: se trata de asegurar el liderazgo económico de la región a largo plazo en un mundo cada vez más competitivo.