Atole con el dedo

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Ya mero se va a su rancho y México es más pobre e inseguro que hace cinco años. “Ya no hay masacres”, nada más 178 mil asesinados en su desgobierno, una cifra monstruosa y él, se hace… el que “no oye…”. El sistema de salud como en Dinamarca se enfermó y no llegó. Eso sí, la farmaciota de los 2 mil millones de pesos surte recetas al por mayor: 67 en el último corte. La mafia del poder tiene más poder y dinero que en los gobiernos neoliberales, gracias a la mafia del No Poder. “Pañuelito blanco”, “Se acabó la corrupción y la «impumnida»…” ¿en dónde tú?, ¿en Segalmex? ¿en su familia? ¿en la refinería? ¿en el Tren Maya?... a ver… ¿primero los pobres o primero los López? ¿Pobreza franciscana?, claro que sí, viviendo en un palacio amurallado al que sólo le falta un foso con cocodrilos y caimanes hambrientos. Adiós a viva aerobús…para volar en jets de lujo de la Fuerza Aérea. Subió el diésel, la luz y, aquello del litro de gasolina a 10 pesos fue demagogia pura, pura demagogia. Vivimos en los tiempos de la demagogia y los demagogos, del atole con el dedo, de las promesas fáciles e imposibles de sostener. Tiempos de formas corruptas de gobernar en nombre de la multitud, del pueblo “bueno y sabio”. Tiempos de quienes halagan, adulan y exasperan los sentimientos destructivos de las masas, para que se vuelquen y consideren enemigos del pueblo y de la patria a los opositores del gobierno despótico. Es la hora de los que se arrogan el derecho de interpretar los intereses de las masas, como si fueran los de todos los mexicanos. Tiempo de quienes, por la vía democrática, confiscaron el poder para instalar la tiranía y dictadura personal. Al demagogo no le interesa mínimamente los intereses y problemas reales del país, ni los pobres entre los pobres que manipula para sus siniestros fines personales. El único propósito de los falsarios cínicos, es conquistar el poder con su oratoria mentirosa y promesas fáciles que, nunca cumplirá… Promesas, como la de aquel candidato que iba a construir un atoleoducto “para darle atole al pueblo”, atole con el dedo.