Contracolumna: Sicarios de la prensa en Baja California

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Por José Martínez M. (e-consulta) Lindero Norte es un portal de noticias fundado por mi compañero y amigo Antonio Heras. Linero Norte actualmente es dirigido por su sobrino Jorge Heras quien a su vez colabora con Televisa. El gobernador Jaime Bonilla ha puesto bajo fuego a Jorge Heras, como ocurrió también otros periodistas, entre ellos mi compañera y amiga Adela Navarro, directora del semanario Zeta. Lo mismo hizo el antecesor de Bonilla, el panista Francisco Vega de Lamadrid quien declaró la guerra a la prensa. El gobierno de Bonilla se confabulo con Kiko Vega para que la esposa de éste no pisara la cárcel. Su esposa Brenda Ruacho se birló millones de pesos del DIF. La señora Ruacho tuvo que devolver seis millones 800 mil pesos que habían ido a parar a sus cuentas personales en lugar de haber llegado a los pobres. Los periodistas críticos han sido víctimas de campañas insidiosas. Bonilla quien se asume como un campeón de la libertad de expresión es un charlatán. En la página oficial del gobierno Jaime Bonilla se presenta como un empresario de los medios de comunicación. “Presidente del Primer Sistema de Noticias, consorcio informativo y noticioso líder en Baja California”. En efecto, Bonilla desde hace más de treinta años se viene asumiendo como empresario periodístico. En esa condición se presentó en mi oficina de El Financiero en 1989. El director Rogelio Cárdenas me solicitó que lo atendiera. Bonilla había comprado los despojos de un diario oficialista que se declaró en quiebra: el Diario de Baja California. Solicitaba los servicios periodísticos y asesoría para su pasquín. Visité sus instalaciones e hice un diagnóstico. El periódico de marras era una basura. Al frente del diario había designado a un reportero corrupto y sin experiencia: Marco Antonio Blásquez Salinas quien renunció a El Universal como incipiente reportero de policía para trabajar con Bonilla. El pasquín no contaba con reporteros y disponía de los servicios de Notimex. Nada más. El propósito de su engendro era el vil chantaje. Su obsesión era tener un periódico no para ser leído por el público, sino para extorsionar a los poderes establecidos con el propósito de buscarse un hueco entre ellos. El director del pasquín se encargaba de seleccionar a los destinatarios para intimidarlos mediante el chantaje. Bonilla desde entonces se jactaba de jamás haber leído un libro. Fue así que se confabuló con Blásquez para organizar las extorsiones. Contaban con el apoyo del gobernador Xicótencatl Leyva Mortera y a la renuncia de éste, tuvo el respaldo de su sucesor Óscar Baylón Chacón. Pusieron a Ernesto Ruffo bajo su mira. Desde las tinieblas del poder político Bonilla y Blásquez actuaron como los caporegime de El Padrino –de Mario Puzo– ellos recibían la orden y ejecutaban. Se dedicaron a acribillar el honor, reputación, trayectoria, vida priva y honestidad de políticos y empresarios. Carentes de conciencia y ética periodística se acercaron a López Obrador en sus recorridos por Baja California. Le ofrecieron el espacio de su estación de radio 1030 AM “La Tremenda” y al igual que los espacios de la plataforma multimedia PSN para sus campañas políticas. En toda esta trama jugó un papel primordial el exvocero de Obrador, César Yáñez. Con el tiempo la relación con Obrador llegó a la amistad y la complicidad. Bajo la sombra protectora de Obrador Bonilla y Blásquez fueron recompensados. A Bonilla lo hizo diputado federal y Blásquez senador de la república. En sus inicios como “empresario periodístico”, Bonilla –quien entonces era uña y mugre de Jorge Hank Rhon– no ocultaba su odio por el periodista Héctor Félix Miranda (El Gato Félix) quien fue asesinado por los guardespaldas del hijo del profesor Carlos Hank González. A Bonilla le molestaban los señalamientos de Félix Miranda contra el gobernador Xicótencatl Leyva. Por eso Bonilla festejaba el crimen del periodista del semanario Zeta. Bonilla es uno de los exponentes de la corrupción, el soborno y el chantaje. Esa es la “norma periodística” de sus medios. Durante los años en que careció de apoyo gubernamental tras la derrota del PRI y el arribo de Ruffo, del PAN. Cuando se acabó el dinero, Bonilla y Blásquez pusieron a disposición del cártel de los Arellano Félix su “asesoría mediática”. Con el dinero del narco Blásquez se hizo de propiedades en San Diego, California. Ahora son aliados y protegidos del presidente Obrador. En Baja California los periodistas están en permanente peligro. Las calles son anchas y las banquetas estrechas. Todos los días en Mexicali y en Tijuana los periodistas corren el riesgo de toparse con un sicario, un narcotraficante o un narcopolítico. Viven bajo el asedio de la mafia. Bonilla quien pretendía mantenerse por cinco años al frente del gobierno. No logró pese a sobornar a los diputados locales. Deberá abandonar su cargo a finales del próximo mes de octubre. Durante su desastrosa gestión, organizaciones defensoras de la libertad de expresión han dado cuenta de los ataques a medios. Artículo 19 y Prensa Bajo Fuego han documentado más de 350 agresiones contra periodistas como parte de los excesos y abusos de Bonilla y su gobierno.