La frontera entre México y Estados Unidos, que se extiende a lo largo de 3,145 kilómetros, representa una de las regiones binacionales más dinámicas del mundo. Abarca diez estados incluyendo a Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas del lado mexicano; y California, Arizona, Nuevo México y Texas del lado estadounidense. Esta franja geográfica no solo es un corredor migratorio y cultural, sino también un motor económico clave para ambos países. En 2024, el comercio entre ambos países superó los $800 mil millones de dólares, con un crecimiento sostenido en sectores como manufactura, agroindustria y energía. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha fortalecido la integración productiva, especialmente en la industria automotriz y electrónica. Más de 26 millones de personas habitan en la región fronteriza. La fuerza laboral transfronteriza es clave y de miles de trabajadores cruzan diariamente para laborar en sectores como manufactura, salud, agricultura y servicios. El Nearshoring y el Reshoring participa en la "Reconfiguración de Cadenas de Suministro" El fenómeno del nearshoring ha impulsado inversiones en parques industriales en estados como Nuevo León, Chihuahua y Coahuila. Empresas estadounidenses han relocalizado operaciones desde Asia hacia México para reducir costos logísticos y aprovechar el T-MEC o USMCA. En 2024, los migrantes mexicanos en EE. UU. aportaron $781 mil millones de dólares al PIB estadounidense, lo que los posicionaría como la décima economía mundial si fueran un país independiente. El 80% de sus ingresos permanece en EE. UU., dinamizando el consumo y el pago de impuestos. Se han fortalecido los corredores logísticos y aduanales, como el puerto de Laredo y el cruce Otay II en Tijuana. Hay inversiones en infraestructura verde y digital que han mejorado la competitividad regional. Se espera un crecimiento moderado del PIB nacional de 0.34% en 2025. La región fronteriza podría crecer por encima del promedio nacional, impulsada por el comercio exterior y la inversión extranjera directa. Se proyecta un crecimiento del PIB de 2.8%, con una inflación controlada y una política monetaria más estable. Texas y California seguirán siendo los motores económicos, con fuerte demanda de bienes y servicios provenientes de México. Los retos son la infraestructura insuficiente en algunos cruces fronterizos. Escasez de agua y presión ambiental en zonas áridas. La necesidad de mejorar la seguridad y el estado de derecho en ciertas regiones mexicanas. La frontera México–Estados Unidos es una región estratégica para el desarrollo económico de América del Norte. En 2024, mostró signos de resiliencia y dinamismo, impulsada por el comercio, la migración productiva y la inversión. Para 2025, se espera una consolidación de estas tendencias, aunque con desafíos estructurales que requieren atención coordinada. La clave estará en aprovechar el potencial del nearshoring, el reshoring, mejorar la infraestructura y fomentar una integración más equitativa y sostenible considerando las guerras comerciales y el comercio mundial. *** Profesor Investigador en Economía Internacional en el Colef. Distinguido miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) y ahora en la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti).