Las tasas de fertilidad siguen disminuyendo a nivel mundial, y algunos ya advierten sobre un posible “colapso demográfico”. Sin embargo, el informe sobre el Estado de la Población Mundial del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) muestra que la verdadera crisis a la que se enfrenta el mundo no tiene que ver con la despoblación, sino con la pérdida de la capacidad de acción en el ámbito reproductivo. Bajo el lema “Empoderar a la juventud para que puedan formar las familias que desean en un mundo justo y lleno de esperanza”, el Día Mundial de la Población de 2025 pone de relieve este desafío, con el objetivo de asegurar que los jóvenes cuenten con los derechos, recursos y oportunidades para decidir su propio futuro. La inseguridad económica, la desigualdad de género, el limitado acceso a una atención sanitaria y a una educación, la crisis climática y los conflictos son algunos de los principales obstáculos a los que se enfrenta la juventud. Según una encuesta del Fondo de Población y YouGov a más de 14.000 personas en 14 países, la mayoría de jóvenes deseaba tener más hijos, pero se lo impedían barreras sociales, económicas o de atención sanitaria. Para dar una respuesta eficaz a las tendencias demográficas mundiales, los dirigentes deben priorizar las necesidades y las opiniones de los jóvenes. Necesitan algo más que servicios: necesitan esperanza, estabilidad y un futuro por el que merezca la pena planificar. Como dijo un joven activista al UNFPA: "Los jóvenes no solo piensan en sus futuros hijos, sino también en el mundo que esos hijos heredarán". Defender sus derechos es fundamental para el desarrollo sostenible, la paz y la dignidad humana. Tendencias demográficas Tuvieron que transcurrir cientos de miles de años para que la población mundial creciera hasta alcanzar los 1000 millones de habitantes, y solo en unos 200 años más se multiplicó por siete. En 2011, la población mundial alcanzó la cuota de los 7000 millones de personas y en 2021 la cifra aumentó a casi 7900 millones de personas. Las previsiones hablan de 8500 millones para 2030, 9700 millones en 2050 y 10.900 millones en 2100. Este espectacular crecimiento se ha visto impulsado por el creciente número de personas que llegan a la edad reproductiva, y ha venido acompañado de cambios importantes en las tasas de fecundidad, el aumento de la urbanización y la aceleración de la migración. Estas tendencias tendrán consecuencias de largo alcance para las futuras generaciones. En el pasado reciente se han registrado cambios notables en las tasas de fecundidad y en la esperanza de vida. A comienzos de la década de 1970, las mujeres tenían una media de 4,5 hijos cada una; en 2015, la fecundidad total mundial había caído hasta unos 2,5 hijos por mujer. Mientras tanto, la vida media de una persona ha aumentado de 64,6 años a comienzos de la década de 1990 hasta 72,6 años en 2019. Por otra parte, en el mundo se registran unos elevados niveles de urbanización y una aceleración de la migración. En 2007, por primera vez, vivieron más personas en zonas urbanas que en zonas rurales, y en 2050 alrededor del 66% de la población mundial vivirá en ciudades. Estas megatendencias tienen consecuencias de gran alcance. Afectan al desarrollo económico, al empleo, a la distribución de la renta, a la pobreza y a las protecciones sociales. Asimismo, repercuten en los esfuerzos por garantizar el acceso universal a la atención médica, la educación, la vivienda, el saneamiento, el agua, los alimentos y la energía. Para satisfacer de manera más sostenible las necesidades de las personas, los encargados de la formulación de políticas deben saber cuántas personas viven en el Planeta, dónde se encuentran, qué edad tienen y cuántas personas habrá en el futuro. ***Secretario General de la ONU.