Donald

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Donald Trump quiere ser el Emperador del Mundo, ¿ya lo es? Quiere que El Imperio domine al planeta: “Y tú que te creías el rey de todo el mundo. Y tú que nunca fuiste capaz de perdonar…”. Nos recuerda al villano Lex Luthor quien, en algunos de cómics de Superman, aparece como presidente de Estados Unidos. Como Lex, a pesar de ser tan poderoso, Trump también es humano y, su principal debilidad, es su soberbia, su endiosamiento, su arrogancia… Es tan orgulloso que, piensa que sus maquinaciones funcionarán a las mil maravillas, sólo porque a él se le ocurrieron. Sin embargo, igual que Lex Luthor, su fe inquebrantable en su poder y habilidades extraordinarias pueden llevarlo a la perdición. Piensa sin dudarlo que, con la implementación de aranceles, “hará a los Estados Unidos grande otra vez”: → Se fortalecerá la industria de Estados Unidos. →Se impulsará la creación de empleos. →Se incrementarán los ingresos fiscales. → Mejorarán la economía de las familias. Sin embargo, hay quienes dudan de la eficacia de sus dogmas económicos: →Warren Buffett: “es un acto de guerra”. →Jim Farey, CEO de Ford: “un montón de costos y un montón de caos”. →Wall Street Journal: “The dumbest trade war in history”, «la guerra comercial más tonta de la historia…». Alejándose de la «recta senda», Trump ha construido su propio imperio; ahora quiere apoderarse de la tierra: Quiere anexarse Canadá, Groenlandia, el Canal de Panamá, la Franja de Gaza, los minerales de Ucrania y, someter al mundo a sus caprichos mediante el poder militar y económico de los Estados Unidos; quiere dominar a todos los países, «a excepción de Rusia e Israel», con quienes pretende compartir el control del planeta. «Un Lex Luthor cualquiera»; de niño, leyó a Superman; igual que Sheinbaum a KALIMÁN. Uno de los factores que alimentan su egocentrismo es su nombre propio: «Donald». «Donald»; algunos aseguran que es de origen germánico, de donde proviene su familia paterna, los “Drumpf”; otros, de origen celta, de Escocia, donde nació su madre. «no tiene». En la historia celta, «Donald, Donaldo», se interpreta como «gobernante del mundo…gran jefe»; igual que en la cultura germánica: «gobernante que es un regalo…gobernante poderoso…». El nombre evoca fortaleza, liderazgo, determinación, nobleza, autoridad… ¡Líbrenos Dios de una pasión tardía!, decía la abuela.