Por Oscar Tafoya Una esencia proterva se observó durante la semana en Mexicali. La acumulación de muertes por COVID-19, la peor crisis económica en la historia de la capital, el encarecimiento de los alimentos, la precarización salarial, más de 73 mil personas en la informalidad y cerca de 40 mil personas que desistieron de buscar trabajo porque no hay oportunidades. Nada de eso importa. Para qué, a quién le interesa, o por lo menos a Marina del Pilar no. Ella fue proterva, porque no se puede definir de otra manera a una persona que en medio de tantas muertes y crisis salga a “cantar” con la justificación del lanzamiento de un programa estéril que ni siquiera merece nombrarse por la frivolidad que representa en este momento dónde las personas no tienen dinero para atender a sus familias porque no tienen empleo, y el que cuenta con uno, percibe un salario que no le alcanza para lo que demanda la coyuntura actual. Varios medios de comunicación publicaron el boletín o transmitieron a la alcaldesa, como si fuera algo divertido. La verdad no lo es, porque refleja exactamente al político que quiere el poder por el poder, no por un interés genuino. Es solo culto al ego. La displicencia de la cabeza de “gobierno” no tiene un adjetivo que retrate lo indigno de sus actos. El PIB de Mexicali se hundió 19.9%, miles de empresas cerraron, aumentaron los homicidios 33%, la deuda pública se prolongó hasta 2038 y las muertes por COVID-19 se acercan a las tres mil. Pero eso es lo de menos para el gobierno local. La comedia involuntaria, los actos circenses o la aceptación de los medios que se prestan a publicarlos es para alarmar a la sociedad. El político o la política siempre buscará llamar la atención de la opinión pública y no importa, en varios casos, que ello vaya acosta de ridiculizarse asimismo. Empero, la sociedad no debe acostumbrarse a las vulgaridades que estamos viendo todos los días con estos “gobiernos”. Desde hace varios años los políticos dejaron de ser fuentes de información y se convirtieron emisores de mensajes banales, pero ahora se radicalizó. No es exclusivo de Marina, es en general y si no basta escuchar lo que dice Jaime Bonilla todos los días, una seria de disparates que están fuera de la realidad y exhibe su gran ignorancia sobre el Estado que se supone gobierna. En fin, que más dan las muertes y la crisis económica. Hay que cantar, total el punto es que se hable no que se trabaje.