Por Andrea Pescatori y Krishna Srinivasan Se prevé que el crecimiento económico de Asia el próximo año se mantenga por encima de las estimaciones previas, a pesar de la menor demanda externa, los elevados aranceles y la persistente incertidumbre política. Según nuestras últimas proyecciones , el crecimiento en la región de Asia y el Pacífico probablemente se desacelerará hasta el 4,1% el próximo año, frente al 4,5% de este año . Es probable que la inflación se mantenga moderada. Se prevé que el crecimiento económico de China se ralentice, pasando del 4,8 % este año al 4,2 % el próximo, mientras que el de Japón se desacelerará del 1,1 % al 0,6 %. India seguirá creciendo a un ritmo saludable del 6,6 % este año, el mayor entre las principales economías emergentes, aunque se ralentizará hasta el 6,2 % el próximo año. El crecimiento de Corea se acelerará del 0,9 % este año al 1,8 %. Las economías de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) crecerán un 4,3 % por segundo año consecutivo. Si bien Asia se encuentra en el centro del reajuste de las políticas comerciales mundiales, seguirá siendo el principal motor del crecimiento global, contribuyendo con aproximadamente el 60 % este año y el próximo. El impacto de las tensiones comerciales se ha visto atenuado por el adelanto de las exportaciones antes de la entrada en vigor de los nuevos aranceles, una inversión en inteligencia artificial superior a la prevista, la continua reconfiguración de las cadenas de suministro en la región y la flexibilización de las políticas en algunos países. Sin embargo, esta resiliencia se ve amenazada por varios riesgos. Entre ellos se incluyen una nueva escalada de aranceles y mayores restricciones a las normas de origen para evitar transbordos, nuevas interrupciones en la cadena de suministro y un endurecimiento de las condiciones financieras mundiales. El comercio sigue siendo un elemento clave para la resiliencia económica. En abril, Estados Unidos elevó los aranceles efectivos a niveles máximos en varias décadas, y estos se mantienen elevados incluso después de diversas pausas, acuerdos y restablecimientos. Los exportadores aceleraron los envíos antes de la entrada en vigor de los aranceles, lo que contribuyó a un fuerte repunte en el primer trimestre que se moderó en los tres meses siguientes. La historia va más allá de los cambios en las políticas comerciales y arancelarias. A raíz de las lecciones aprendidas de los aranceles de 2018, la producción y el abastecimiento se están transformando dentro de la región, con una mayor proporción de bienes intermedios que fluyen hacia —y a través de— el Sudeste Asiático y otros centros logísticos. Paralelamente a este impulso del comercio regional, se observa un poderoso ciclo impulsado por la IA que ha fortalecido las exportaciones de tecnología avanzada de economías como Corea y Japón, profundizando el comercio intraasiático. Estas dinámicas se vieron reforzadas por la flexibilización monetaria en muchas economías y el apoyo fiscal específico en algunas, especialmente en China, Corea, Indonesia y Vietnam. Esto contribuyó a impulsar el crecimiento económico y a amortiguar el impacto de la caída de la demanda externa. Las condiciones financieras también se relajaron en gran parte de Asia, reflejando la depreciación del dólar, la reducción de los diferenciales de crédito, la mayor valoración de los mercados bursátiles y, en las economías emergentes, la disminución de los rendimientos de los bonos gubernamentales. Más allá de la resiliencia a corto plazo, el debilitamiento de los motores de crecimiento históricos agrava los efectos de la incertidumbre comercial. El envejecimiento de la población está reduciendo el dividendo demográfico en algunas de las principales economías. El crecimiento de la productividad se está desacelerando porque la inversión no siempre llega a las empresas más dinámicas. Además, con las secuelas de la pandemia aún presentes en la demanda interna, especialmente en los mercados emergentes de Asia, los desequilibrios externos se han agudizado. Asimismo, la reciente inestabilidad pone de manifiesto cómo la falta de empleo y otras oportunidades alimenta las tensiones sociales, sobre todo donde las instituciones son más débiles y la percepción de corrupción está generalizada. Reequilibrar el crecimiento La tarea de los responsables políticos es convertir la resiliencia actual en un crecimiento sólido, duradero e inclusivo que aproveche nuevos motores para realizar mejor el potencial económico. En los próximos meses, las políticas deben centrarse en absorber las recientes perturbaciones y reducir la incertidumbre política. Dado que la inflación se sitúa por debajo del objetivo en muchas economías, sigue siendo apropiada una flexibilización monetaria moderada. La flexibilidad del tipo de cambio debería contribuir a absorber las perturbaciones, reservándose la intervención para situaciones de desorden, en consonancia con el Marco Integrado de Política Monetaria del FMI . Las medidas fiscales temporales y focalizadas pueden proteger a las personas más vulnerables y apoyar a las empresas viables. Asimismo, las políticas de reforma horizontal, que incluyen una simplificación concertada de las regulaciones y la mejora del entorno empresarial, serán esenciales para potenciar el papel del sector privado. En los próximos años, las políticas deben priorizar el crecimiento sostenible y la expansión del consumo privado en la economía. Un reequilibrio exitoso puede lograrse fortaleciendo las redes de protección social para que las personas no se sientan obligadas a ahorrar por precaución. También será importante reducir las políticas industriales. Y en China, donde los mercados inmobiliarios siguen bajo presión, sanear los balances y completar las viviendas sobre plano puede ayudar a restaurar la confianza en el mercado de la vivienda y, en última instancia, impulsar el consumo privado. En toda la región, el reequilibrio también exige que los gobiernos saneen sus finanzas para protegerse de las crisis y satisfacer necesidades importantes sin aumentar los costes de endeudamiento del sector privado. El capital debe destinarse a sus usos más productivos. Nuestro análisis muestra que los obstáculos regulatorios y el elevado endeudamiento han lastrado la inversión y la productividad en algunas zonas de la región. Las reformas para ampliar las finanzas de mercado, profundizar los mercados de acciones y bonos, y ayudar a los prestatarios a reestructurar su deuda permitirán una mejor asignación del capital y contribuirán al crecimiento de las empresas viables. Si bien las economías asiáticas son relativamente abiertas, no todo es igual. Los sectores de servicios del sur de Asia, por ejemplo, son relativamente cerrados. Nuestro análisis muestra que una mayor integración regional aumentaría la competencia y la productividad, reduciría los costos y diversificaría los mercados. La reducción de las barreras no arancelarias, la ampliación de los acuerdos comerciales para reflejar el creciente papel de los servicios y el comercio digital, y la flexibilización de las restricciones a la inversión extranjera directa atraerían inversiones y complementarían la actual reconfiguración de las cadenas de suministro. En conclusión, la resiliencia persiste, pero las crecientes dificultades están poniendo a prueba un motor de crecimiento ya afectado por el reajuste de las políticas comerciales. Los países deberían reorientar sus economías hacia la demanda interna, fortalecer los marcos fiscales a mediano plazo y profundizar la integración comercial y financiera regional para lograr un crecimiento sostenible e inclusivo. —Este blog se basa en el informe Perspectivas Económicas Regionales de Asia y el Pacífico