El dolor es igual

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Cuando el termómetro alanzaba los 50°C, en la colonia Miguel Alemán, se desenterraron 15 osamentas. Los restos fueron exhumados por un grupo de buscadores quienes, en su afán, enfrentaron los días más intensos de la canícula mexicalense. El dolor que siente una madre por un hijo desaparecido, debe ser igual en Chile, Argentina o México. El presidente, recibió hace unos días en Palacio a Enriqueta Estela Barnes de Carlotto, una distinguida activista argentina y presidente de la Asociación Abuelas de la Plaza de Mayo. Durante la dictadura militar, su hija Laura Estela, quien estaba embarazada, fue secuestrada y desaparecida en Buenos Aires a finales de 1977. Se estima que, la dictadura militar Argentina, desapareció a unas 30 mil personas entre 1976 y 1983. Los militares los llamaban “traslados aéreos”, pero en realidad eran vuelos de la muerte: después de drogar a sus víctimas las arrojaban al extenso Río de la Plata. Las Abuelas de la Plaza de Mayo, cubierto su pelo con el pañal blanco que evocaba a sus nietos, es una organización que surgió durante la dictadura con el fin de rescatar con vida a sus familiares. La dictadura militar fue un tiempo negro, cargado de miedo, tristeza, censura, represión y muerte. Las madres buscadoras mexicanas quieren hablar desde hace tiempo con el presidente. Quieren trasmitirle su dolor, quieren que, así como escuchó a Estela de Carlotto, las escuche también. López Obrador se niega a recibirlas, por el supuesto manejo que harán los medios con el tema: “No permitiremos que se utilicen estos casos tan lamentables, tristes, dolorosos, con propósitos politiqueros”, reafirma el presidente. Las madres buscadoras mexicanas no sólo enfrentan la indiferencia del gobierno, también han sido víctimas del crimen organizado que las amenaza y mata. Al margen de la politiquería, los más de 100 mil desaparecidos en México, también son seres humanos, como los argentinos, la única diferencia es que allá, los desaparecieron los militares y aquí, el crimen organizado. Cecy Flores, de la Brigada Nacional de Personas Desaparecidas, sintetiza su dolor diciendo: “Vida ya no tenemos, solo un cuerpo que camina y respira…”.