El fracaso de los militares en el turismo

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Por Sergio González Rubiera | Presidente de Amatur El título de la entrega y la realidad que expresa no es de extrañar, ni de sorprender, simplemente tiene una lógica contundente; las corporaciones castrenses han sido concebidas y formadas para tareas, proyectos y misiones de gran envergadura y responsabilidad que nada tienen que ver ni con el turismo, ni mucho menos con ser empresarios. En ese sentido, no fue culpa de ellos, de los altos rangos militares, en un inicio, haber sido depositarios de una confianza para hacerse cargo de empresas turísticas por mandato presidencial, que visto de otra manera, no era solo mandato sino dádiva, entrega, favor y eventualmente prestación a cambio de algo, habréis de interpretar mis ochos lectores. Y he dicho, en un inicio, porque paréceme que pasado el tiempo y habida cuenta de que son malos administradores en el turismo, podrían ya haber renunciado elegante y diplomáticamente a la tarea encomendada de muy diversas formas, salvo que los generales piensen que en verdad pudieran ser empresarios turísticos al nivel de lo que este país requiere. El tema, no es solo que las empresas que dirigen, estén quebradas todas, y le cuesten en demasía al erario, al gobierno, al estado y a los mexicanos, sino que son un obstáculo, un estorbo para la buena marcha del turismo, que ofrecen paupérrimos servicios y que significan pésima imagen de México para el turismo internacional. So pena de ser criticado por los aferrados defensores de la 4T, explico mis anteriores y atrevidas aseveraciones con unos cuantos ejemplos: El AIFA, el aeropuerto “internacional” Felipe Ángeles, no solo representa pérdidas, sino que jamás significó una alternativa ante la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). El AIFA, administrado y operado por militares sigue semivacío y el AICM sigue saturado y sin solución aparente en el corto plazo; el tema de la aviación en México, uno de los más importantes destinos turísticos del mundo sigue sin atenderse de manera integral. El aeropuerto de Tulum, cae en picada con el anuncio frecuente de cada vez más líneas aéreas que cancelan sus rutas a esa terminal aérea, o que las desvían a Cancún. La enorme distancia desde cualquier punto hacia ese aeropuerto, las tarifas de transporte terrestre y la cancelación de incentivos y subsidios aprobadas por los administradores militares, van haciendo al aeropuerto de Tulum cada vez menos competitivo. Se los hemos dicho, pero no escuchan. Los Hoteles mal llamados “Tren Maya”, que, dicho sea de paso, están muy bonitos, bien diseñados y casi todos bien ubicados, están simplemente vacíos, porque una cosa muy distinta es construir y otra operar y para operar hoteles hay que ser hotelero, no militar. Una pena atestiguar todos estos hermosos inmuebles completamente vacíos, sin turistas y sin posibilidades de que los tengan ante la total falta de estrategia comercial, de marketing turístico y sin voluntad para siquiera escuchar. El Parque El Jaguar, adyacente al sitio arqueológico de Tulum, perfectamente bien logrado y diseñado, tristemente vacío ante la cerrazón, la mala administración y la falta de visión del negocio turístico. Mexicana de Aviación, o simplemente Mexicana; más cara que cualquier otra aerolínea para viajar, aviones vacíos, pocas frecuencias y nuevamente la falta de una estrategia comercial impregnada de conocimiento turístico. Y la cereza del pastel, el multicitado, controvertido y descarrilado Tren Maya; para que le cuento a mis ocho lectores, la historia es un completo desastre, desde la devastación ecológica, la multimillonaria inversión, pasando por el despilfarro, la falta de transparencia, luego la falta de información para poder intentar comercializarlo y ahora el completo fracaso ante la falta de ocupación, que simplemente le cuesta una fortuna al gobierno para poder operarlo. El Tren Maya, como he expresado en anteriores entregas y muy diversas ocasiones, podría haber sido una gran oportunidad para unir el Mundo Maya, pero había que hacerlo todo bien, y se ha hecho todo mal. Pero, por si fuera poco, es administrado y operado también por militares, que nada saben de turismo y es una pena, porque dan al traste a un proyecto que, a pesar de toda la mala gestión, del exceso de gasto, de la devastación, la corrupción, et caetera, podría aún ser ganador y, sin embargo, es perdedor. Todos los proyectos turísticos que AMLO entregó a los militares, están en números rojos y es de relevancia porque como dije antes, afectan no solo a los números del erario, cuestan dinero a los mexicanos, aunque no todos lo entiendan, y de manera importante, afectan a la imagen de México como destino turístico de primer nivel por su pésima ejecución. Eso sí, a los militares se les están construyendo residencias de descanso envidiables, con acabados de lujo y playas privadas… a las pruebas me remito si hace falta. ¿Será que la Secretaría de Turismo exista, haga frente, demuestre, proponga, solucione?