Además de la aplicación de diversas medidas materiales, organizativas y financieras por el gobierno mexicano para atender la pandemia del coronavirus-19 en 2020, también fue indispensable la ejecución de una estrategia de comunicación eficaz que respaldara tales acciones. Sin embargo, dicho proyecto de información produjo muchas contradicciones y errores graves que en el lugar de fortalecer los programas estatales en el ámbito epidemiológico las debilitaron en grado significativo, ocasionado gran confusión, desgaste psicoemocional y pérdida de muchas vidas humanas. El proyecto de comunicación oficial para encarar la epidemia de covid-19 a nivel federal y regional en la República, produjo diversas contradicciones y errores graves que en lugar de fortalecer los programas estatales en el ámbito epidemiológico las debilitaron en grado significativo, ocasionado gran confusión, desgaste psicoemocional y pérdida de muchas vidas humanas. Por ejemplo, mientras al principio de la epidemia el contagio colectivo se encontraba en pleno apogeo, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), menospreció sustancialmente el nivel de la calamidad al subrayar el 28 de febrero de 2020 en una conferencia mañanera en Palacio Nacional que “la pandemia no era algo terrible, fatal, ni siquiera era equivalente a la influenza (gripe)” que se experimentó en años anteriores. Nutriendo tal atmósfera de desprecio por la emergencia nacional, el 4 de marzo AMLO nuevamente afirmó que “eso de que no se puede uno abrazar uno por lo del coronavirus, no pasa nada, hay que abrazarse..., nada de confrontación, de pleitos”. Más adelante, el 15 de marzo el presidente confirmó en su rueda de prensa matutina desde el municipio de Marquelia, en Guerrero, que “tengo mucha fe de que vamos a sacar a nuestro querido México, no nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias”. La estrategia de comunicación oficialista llegó a tal extremo errático cuando el 16 de marzo de 2020 el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, doctor Hugo López-Gatell, abandonando su papel como especialista epidemiólogo, adoptó un rol político afirmando en otra conferencia matutina que no era necesario que el presidente se realizara la prueba del coronavirus, pues su “fuerza era moral y no fuerza de contagio y, en consecuencia, no contaminaría a nadie con el virus”. De igual forma, en relación con la salud del presidente, López-Gatell expresó: “afortunadamente goza de una buena salud y a pesar de sus 66 años de edad no es una persona de especial riesgo. Casi sería mejor que padeciera coronavirus porque lo más probable es que se va a recuperar y quedaría inmune y así nadie tendría esta inquietud sobre él”. Continuando con la tendencia a subestimar la gravedad de la epidemia, el 17 de marzo en la víspera de la conmemoración del 82 aniversario de la expropiación petrolera, el presidente anunció que realizaría un evento con decenas de invitados porque no se podía olvidar ese acontecimiento histórico: “¡Mañana es la conmemoración de la expropiación petrolera y vamos a llevar a cabo el acto en la Torre de Pemex, también con poca participación, pero no podemos olvidar lo que significó la expropiación petrolera de 1938, más ahora que estamos rescatando el petróleo!” . Ese día saludó de mano a muchos de los asistentes. El mismo 18 de marzo cuando le preguntan los periodistas en su conferencia mañanera de qué manera enfrentar la crisis económica y la sanitaria, AMLO respondió que él contaba con su escudo protector que era la honestidad, “eso es lo que me protege, el no permitir la corrupción. Es como un detente: ¡Detente, enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo! Reforzando esta política comunicativa de gobernabilidad sanitaria, más adelante, el 23 de marzo el Poder Ejecutivo difundió un video en el cual se invitaba a la población a seguir acudiendo a restaurantes y a no paralizarse “de manera exagerada”. Ampliando dicho posicionamiento, el 2 de abril el presidente afirmó que la crisis “nos venía como anillo al dedo para afianzar la transformación del país” Asimismo, en diversos momentos se produjeron más discrepancias y contradicciones fundamentales entre las principales autoridades que lideraban la atención de la crisis, pues mientras el subsecretario de salud, López-Gatell, afirmaba reiteradamente que debía usarse el cubrebocas, el presidente lo contradecía no utilizándolo, salvo cuando excepcionalmente visitó al presidente Donald Trump, en Estados Unidos Así, la estrategia de comunicación gubernamental se convirtió en un proceso confuso, incoherente, poco claro sobre la gravedad de la amenaza, abusando de explicaciones técnicas o políticas, manejos discrecionales de datos y, con discordancias graves entre las mismas autoridades y los expertos técnicos. En síntesis, dicho modelo de comunicación de la izquierda de la Cuarta Transformación antepuso los intereses políticos de defensa de la imagen gubernamental, sobre la prioridad de la conservación de la vida de los ciudadanos conduciendo al país a un enorme escenario catastrófico de salud colectiva. *****“Profesor Distinguido”, Universidad Autónoma Metropolitana. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel III. Ex-vicepresidente (Fundador), Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC). Análisis completo en https://argumentos.xoc.uam.mx/index.php/argumentos/article/view/1255/1207