Es lógico que, la mayoría de los ministros y jueces del Poder Judicial Federal, cierren filas en torno a la ministra Norma Piña. ¿Cómo darle su respaldo al ex ministro de la corte Arturo Zaldívar Lelo de la Rea? A Lelo, se le quemaban las habas para renunciar al máximo tribunal constitucional, e irse de tamborilero a la campaña de Claudia Sheinbaum. ¿En qué democracia constitucional, o república que se respete, se ven este tipo de acróbatas de la justicia? Sin recato se quitó la máscara dejando al descubierto las sospechas de su sumisión a los caprichos del jefe máximo. Tras confesar su afinidad con las creencias ideológicas del presidente, y viceversa, Lelo se exhibió como doble agente. Y, “respetuosamente”, una mañana, en Palacio, lo encueraron: “Cuando el ministro Zaldívar estaba de presiente de la Corte, había más recato…nosotros respetuosamente interveníamos…se hablaba con él…respetuoso de la autonomía de los jueces, pensando en el interés general…hablaba con el juez y le decía: ‘cuidado con esto’”. Desde ese momento quedó en claro que, “la honrosa excepción de la Corte”, no estaba del lado de la Constitución sino de los caprichos del Ejecutivo. En secreto Lelo aplaudía, se reía y alimentaba los insultos palaciegos a sus compañeros magistrados y jueces. Con alevosía apoyaba la eliminación de los fideicomisos del Poder Judicial pues, a él, ya le andaba por irse a la campaña. “Haiga sido como haiga sido”, en la denuncia en su contra, se da a conocer que, sus más cercanos colaboradores, presionaron a jueces y magistrados en 18 temas de la presidencia: la estafa maestra, Odebrecht, Tren Maya, Reforma Eléctrica y los encarcelamientos de Rosario Robles y Murillo Karam, entre otros. A su gente de confianza, se les acusa de tráfico de influencias, extorsión, enriquecimiento ilícito, suplantación de funciones, acoso sexual, laboral y lo que resulte. Todo lo anterior bajo su conocimiento, protección, tolerancia, contubernio, colaboración, auxilio, confabulación, amparo, complicidad, o como quiera llamársele, con el fin de obtener beneficios económicos o políticos. Ese es el doble agente, el delator y ahora tamborero de Claudia Sheimbaun, encargado de “la reforma” al poder judicial.