La guerra entre los tres aspirantes presidenciales de morena destapados por el propio presidente López Obrador desde hace más de un año, es a muerte. Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, las denominadas tres “corcholatas” del presidente, están como en un choque de trenes, pero a ellos se les suma Ricardo Monreal quien ya anunció su inminente salida de morena, en virtud de que es más que evidente que ya no goza de las simpatías presidenciales, si es que alguna vez las tuvo, por lo que decidió buscarla por su lado y hacer valer la parcela de poder político que tiene y que ha defendido con audacia e inteligencia política. Entre los cuatro, cada uno por su lado, se están haciendo pedazos sin el menor disimulo ni el más elemental decoro político. Y entre los cuatro también y cada uno con su propio grupo de seguidores, esquiroles y reventadores, están dinamitando la unidad interna y externa que debiera prevalecer en morena como partido en el poder. ¿Cuál será la verdadera jugada del presidente? Porque hay que recordar que López Obrador es un político formado en la vieja escuela de las marrullerías políticas del PRI; en la escuela de las traiciones, los albazos y los agandalles políticos y no sería nada extraño que todo esto que el país entero está viendo ahora con la telenovela de las famosas “corcholatas” presidenciales, con sus pleitazos de todos los días, no sea nada más que un performance; es decir, un show, un montaje, una escenografía actuada y dirigida magistralmente tras bambalinas, como el titiritero que le mueve los hilos a sus muñecos y los dirige. Y esta hipótesis se plantea considerando que los aspirantes no pueden ser tan tontos como para no darse cuenta que con todos los pleitos y encontronazos políticos que se cargan por sus alocadas aspiraciones presidenciales, lo que en realidad están haciendo es llevar al matadero a su propio partido, porque mientras el país está al borde del abismo por tantas y tantas decisiones equivocadas del gobierno, -además de que no hay hasta ahora resultados positivos que se traduzcan en beneficios concretos y medibles para los ciudadanos- entre ellos casi se estén matando en la ambiciosa lucha que cada uno sostienen por el poder. En todo este escenario surgen varias interrogantes: ¿Y si ninguno de los cuatro es el verdadero candidato del presidente? ¿Y si solo se trató de hacerlos salir al ruedo político para quemarlos, entretener al público y a la clase política y sacar luego al verdadero candidato? ¿Y si el verdadero candidato, hombre o mujer, está aún escondido pero muy presente en la mente y el corazón del presidente? Partiendo de esta premisa hay quienes plantean que el beneficiario de la candidatura presidencial podría ser su segundo hijo; el de en medio de su primer matrimonio; el famoso “Andy”, Andrés Manuel López Beltrán, de quien se dice es el verdadero poder tras el trono, el único al que escucha el presidente y el único también que le habla al oído y que increíblemente le hace caso. A este su segundo hijo, le atribuyen también el convencimiento al presidente de muchas de las más trascendentales decisiones tomadas en materia política y de gobierno, al igual que en la dirección y control del partido morena, con la decisión de su parte en los nombramientos de la mayoría de las candidaturas, donde la figura de Mario Delgado como el dirigente nacional ha sido solamente eso; una figura. Pero igual está la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Muller, una persona con altos estudios académicos y con una amplia cultura, de quien se dice también que es la responsable de las más importantes decisiones tomadas en el gobierno y en el partido y que influye poderosamente en el mandatario de la nación. Sobre estos dos últimos personajes la hipótesis cobra mayor valor considerando el dicho ese de que “la herencia se le deja a los hijos y a la esposa, no a los hermanos”. Pero en toda esta maraña de especulaciones y conjeturas hay un personaje que poco o casi nada ha sido tomado en cuenta y que actualmente está fuera del radar político y de los sillazos y zancadillas políticas que los ilustres aspirantes a candidatos presidenciales actualmente se están dando, a diestra y siniestra. Se trata del embajador de México en Estados Unidos Esteban Moctezuma Barragán, a quien tibiamente mencionó alguna vez el presidente López Obrador como uno de los posibles aspirantes, pero fue desde el inicio de todo este show de destapes y de corcholatas que inició por allá en abril del 2021, y después para nada volvió a ser considerado. Bien pudiera ser el verdadero tapado. O incluso, hasta ser el candidato de una alianza opositora, en un acuerdo pactado con el propio presidente, a fin de atemperar un poco el desastre que hay y el que viene, que dicen será todavía peor. Porque la llegada del propio AMLO al poder, de acuerdo al club de analistas, agoreros, pitonisos, especuladores y oráculos de la política nacional, se debió a eso; a un acuerdo o pacto con el PRI de Peña Nieto para evitar la persecución política y la posible cárcel a Peña y los suyos, a cambio de total inmunidad, tal y como parece que ha sido hasta hoy. Entonces lo de Esteban Moctezuma Barragán no suena tan fantasioso, además de que es un hombre muy preparado, con una amplia cultura y trayectoria política que incluye haber sido Secretario de Gobernación, Secretario de Desarrollo Social, Secretario de Educación, Senador de la república, presidente de la Fundación Azteca de TV Azteca, escritor y columnista en importantes periódicos del país y actualmente embajador de México en Estados Unidos, nada menos que la principal y más importante embajada del gobierno mexicano. Ahí en ese cargo, Moctezuma Barragán permanece alejado, protegido y fuertemente blindado de los bombardeos y misiles políticos que de todo tipo y tamaño cruzan hoy por el territorio nacional. Tiene el perfil, quizá uno de los más completos, aunado a que se le conoce como un hombre talentoso, centrado y de carácter serio, que gusta de la conciliación y la negociación política que hoy tanta falta le hace al país y a quien hasta ahora no se le conocen negativos de peso. Y vaya que el país hoy requiere de un perfil así, que concilie y una lo que está dividido y roto y que amenaza con dividirse y romperse aún más… Ya se verá…