Las remesas hacia Baja California continúan marcando récord, sumando en el primer semestre 661 millones de dólares (mdd), un 10.3 por ciento más que en el mismo lapso del 2020, confirmando con ello la ausencia de una política de desarrollo económico. Se trata de la mayor cifra desde que se lleva registro, pero más que un orgullo, estos datos son una vergüenza que dejan en claro que quienes tienen a su cargo implementar una estrategia para mejorar la calidad de vida de los bajacalifornianos e impulsar el crecimiento, han fracasado rotundamente. Y es que las remesas han crecido a niveles históricos debido principalmente a la fuerte migración de bajacalifornianos hacia Estados Unidos, derivado de la carencia de oportunidades de empleo, las cuales han tenido que ir a buscar a ese país. Cuando representantes de organismos empresariales celebran las cifras, danzando alrededor de los fracasados políticos que han propiciado esto, lo único que hacen es demostrar su ignorancia sobre el funcionamiento del aparato económico y el impacto que genera en los hogares. Y es que en los últimos 20 años las remesas han ido escalando de manera preocupante en el flujo de recursos que llegan al Estado. Por ejemplo, en el lapso de 2015 a 2020 el Producto Interno Bruto del Estado entró en franca caída con tasas de crecimiento muy por debajo de las registradas por las remesas. El año pasado los envíos de los bajacalifornianos crecieron 6.8% mientras la economía se hundió 5.1 por ciento, en tanto que en el primer trimestre de este año la actividad económica apenas si creció 0.4% contra un robusto aumento del 9.8 por ciento de las remesas, a tasa anual.