Por Judith Senyacen Méndez Méndez En México, enfermarse sigue siendo, para millones de familias, un gasto en el bolsillo. Los resultados más recientes de la ENIGH 2024, analizados por el CIEP, confirman una tendencia creciente: entre 2022 y 2024, el gasto de bolsillo en salud creció 7.9% en términos reales, hasta alcanzar en promedio 1,605 pesos trimestrales por hogar. Esto representa un aumento de 40% respecto a los niveles observados en 2016 o 2018. El mismo indicador muestra realidades muy distintas según el nivel de ingresos. Mientras que, en los hogares de mayores recursos, el incremento llegó a 1.8%, en los hogares de menores ingresos, el alza superó el 20%. Esto significa que los hogares con menores recursos destinan una proporción cada vez mayor de su gasto a servicios médicos y medicamentos, reflejando una carga financiera más significativa en comparación con los hogares de mayores ingresos. Al analizar el gasto de bolsillo en salud, se encuentra que la compra de medicamentos concentra cerca de la mitad del gasto en los hogares de menores ingresos. Los resultados de la ENIGH también muestran que, aun con afiliación a instituciones públicas como IMSS o ISSSTE, una parte importante de la población recurre a farmacias y consultorios privados, lo que sugiere limitaciones en el abasto y la cobertura efectiva de servicios. En 2024, seis de cada diez personas reportaron atención en el sector privado, a pesar de que el 63% declaró contar con afiliación a algún sistema público de salud. Las desigualdades, también se dibujan entre estados. Mientras en la Ciudad de México el gasto promedio por hogar en salud supera los 9,600 pesos, en Veracruz o Quintana Roo no llega a 5,000. El caso de Oaxaca es especialmente llamativo: los hogares de este estado destinan 6.3% de su gasto corriente a salud, proporción que está cerca de duplicar el promedio nacional de 3.4%. El panorama se agrava cuando se observan los llamados gastos catastróficos y empobrecedores. Un hogar presenta gasto catastrófico cuando su gasto de bolsillo en salud supera el 30% del gasto total y cae en gasto empobrecedor cuando el gasto de bolsillo en salud impide que mantenga su nivel de gasto alimentario. A nivel nacional se redujeron, pero entre los hogares de menores ingresos (decil I) aumentaron, ya que casi 10 mil hogares adicionales tuvieron que gastar más del 30% de su ingreso en salud y otros 10 mil cayeron en pobreza por pagar atención médica. A esta realidad se suma un factor estructural: la baja inversión pública en salud. México destina 2.5% del PIB en 2025, por debajo del mínimo sugerido de 6% por organismos internacionales. Esta brecha de más del 50% se traduce en un mayor gasto de bolsillo y en un sistema público incapaz de cubrir la demanda de servicios. La serie histórica lo confirma: mientras el gasto per cápita de instituciones como IMSS o el ISSSTE ronda entre 9 y 11 mil pesos, el del IMSS Bienestar alcanza menos de la mitad, obligando a millones a complementar con recursos propios. El mensaje es claro: la afiliación no garantiza atención ni protección financiera. La factura de la salud se ha trasladado a los hogares, en especial a los más vulnerables, mientras la inversión pública sigue siendo insuficiente. Si México aspira a un sistema de salud equitativo, los datos de la ENIGH 2024 muestran que el reto no solo es mejorar la cobertura, sino garantizar un acceso efectivo y asequible que no empuje a las familias a elegir entre curarse o alimentarse, especialmente en los hogares con menos recursos económicos. ****Directora adjunta de investigación y especialista en salud y finanzas públicas.