La gran mayoría de los gobernantes llegan al poder con grandes planes y terminan con pobres resultados. Durante las campañas, se comprometen a construir grandes obras de infraestructura y al final del gobierno las promesas se incumplen y los proyectos acaban en la basura. Al inicio del gobierno se fijan ambiciosos objetivos sin contar con los recursos para alcanzarlos. Al tomar protesta aseguran que serán “el mejor gobernante” y terminan peor que su antecesor. Jaime Bonilla se comprometió a construir una supercarretera, de Ensenada al Paralelo 28, y todo quedó en habladas. La verdad es que nunca tuvo la capacidad técnica ni financiera para realizarla. Deja más endeudado al Estado y más quebrado al ISSSTECALI. Con pasivos a corto, mediano y largo plazo. Lo deja más inseguro: los municipios de Baja California se encuentran entre los 25 más inseguros del país. Lo deja con obras inconclusas que nadie sabe cuándo, ni con qué, se van a terminar. Creo la fiscalía, de la cual depende la policía ministerial y puso a su compadre como fiscal y, para darle todo el poder, le pasó la policía estatal preventiva. Bonilla deja a Baja California con un enredo legislativo y la creación de paraestatales (del transporte, ambiental, del agua y sistema penitenciario…) que no dan resultados. Su gobierno de los moches se caracterizó por la reyerta, por un pleito de pandilleros de “La Liber” contra empresarios, políticos y periodistas. Deja pocas luces y muchas sombras. Gracias a la Suprema Corte la noche fue corta y sólo duró dos años. Faltan 33 días para que se vaya a otro lado a hacer daño. Cuando no hay Resultados: Lupe Mora no quiere que le digan Pando al Puente Pando. Bonilla no quiere que le digan Mar de Cortez al Golfo de California. ¡Qué Inteligente esa gente!