Para México, el comercio es muy importante, puesto que las exportaciones que se dirigen a Estados Unidos representan casi una tercera parte del PIB. Hay ciudades que prácticamente viven de las exportaciones. En comparación, para Estados Unidos, las exportaciones que se dirigen a México no son tan relevantes, pues representan apenas 1 por ciento de su PIB. Sin embargo, la importancia del comercio con México no radica en lo que Estados Unidos vende, sino en los bienes que compra. Ninguna economía es autosuficiente. Así, Estados Unidos tiene la necesidad estratégica de comprarle a alguien lo que no quiere producir. El comercio es benéfico, si se realiza adecuadamente. De acuerdo con las ventajas relativas se debe exportar lo que tiene menor costo al producir, mientras que se debe importar desde otros países lo que cuesta más, no en términos monetarios si no en términos de costo de oportunidad. La excepción sería que la producción local de un bien sea considerada como estratégica, por diferentes motivos. Este puede ser el caso de las industrias automotriz y del acero para Trump, quien busca empleos estables y bien pagados para su base votante conservadora. Con todo esto, el comercio entre Estados Unidos y México seguirá, pero es muy posible que se reconfigure. Durante 12 años el Capítulo 87 de la industria automotriz, fue el de mayor peso en las importaciones que EU hace desde México. Esto terminó con los aranceles de 25 por ciento a la importación de vehículos ligeros y autopartes. Tantos años de comercio entre los dos países en una industria tan importante, dio pie a una estrecha vinculación en las cadenas de suministro. Esa dependencia ha evitado que las exportaciones mexicanas de la industria automotriz caigan más. En los vehículos ligeros la caída en el año es menor a 1 por ciento, mientras que para toda la industria automotriz es alrededor de 4 por ciento. Eventualmente, si siguen los altos aranceles, la caída de las exportaciones será mayor. En la industria del acero, donde las cadenas de suministro no están tan vinculadas y los aranceles son de 50 por ciento, las exportaciones mexicanas muestran una caída en el año de 15 por ciento. Trump ha tomado como bandera a estas industrias y desafortunadamente para México podría implicar que los aranceles llegaron para quedarse, al menos el resto de su mandato. Sin embargo, está dejando de manera estratégica que otra industria, la de equipo de cómputo, crezca. Estados Unidos importaba desde China el equipo de cómputo, pero ahora es México el principal proveedor, seguido muy de cerca por Taiwán. Esto no parece disgustarle a Trump. Las cadenas de suministro en esta industria no están tan vinculadas como en la automotriz, por lo que México aún se encuentra vulnerable al ser fácilmente sustituible. No es difícil saber qué es lo que quiere Trump. Como se mencionó antes, quiere empleos para su base votante, pero también quiere frenar el crecimiento de China, por eso está dejando que México y Taiwán incrementen sus exportaciones de equipo de cómputo a Estados Unidos. Bajo esta óptica en la revisión del T-MEC el gobierno de México debe mostrarse como un aliado estratégico para Estados Unidos, en donde la relación con China es un punto relevante. Solo así podrán disminuir o quitarse los aranceles para la industria automotriz y se consolidará la posición de México en la industria de cómputo.