¿A quién se le ocurrió la brillante idea de eliminar el “narcomenudeo” del catálogo constitucional de delitos graves? ¡Bingo…! Sí, a los diputados de Morena y, en especial, a Ricardo Monreal, el lacayo número uno de López Obrador. ¿Y por qué ese obsequioso gestó del “morenista” Zacatecano a las bandas criminales? Por una razón elemental –y que está a la vista de todos–; porque en el Congreso mexicano mandan los “narco-diputados” y “narco-senadores”, que están al servicio del “narco-presidente” López Obrador. Y si aún dudan que en el Congreso mandan los “narco-legisladores”, resulta que diputados de Morena también sacaron del catálogo de delitos graves las actividades ilícitas relacionadas con la fabricación de fentanilo y otras drogas sintéticas. Peor aún, los “narco-legisladores” mexicanos fueron más allá y, en lugar de cumplir las exigencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) –de eliminar la Prisión Preventiva Oficiosa de la Constitución–, incrementaron el catálogo de delitos, lo que colocará a los mexicanos en total indefensión frente a derechos humanos elementales como la Presunción de Inocencia y el Derecho al Debido Proceso. En pocas palabras, resulta que en México ya no será delito grave el “narcomenudeo” y tampoco la fabricación de fentanilo y otras drogas sintéticas, lo que convertirá a nuestro país en el paraíso de la elaboración y venta de drogas sintéticas. Sí, resulta que los “narco-diputados” y “narco-senadores” de Morena y sus aliados, otorgaron total impunidad a los principales cárteles de la droga en México, ya que podrán fabricar y vender todo tipo de drogas, sin temor a ser detenidos y menos llevados presos. Claro, todo ello mientras que los ciudadanos en general no podrán exigir derechos humanos fundamentales como la Presunción de Inocencia y el Derecho al Debido Proceso. Y por eso la pregunta obligada. ¿Imaginan lo que no harán en el Poder Judicial los “narco-jueces”, si hoy están a la vista de todos los excesos de lo que son capaces los “narco-diputados” y “narco-senadores” en el Congreso? Pero también es cierto que no asistimos a novedad alguna. Y es que cuando inició su tercera campaña presidencial adelantada –en 2015–, el candidato López Obrador sorprendió al mundo cuando, sin más explicación, ofreció amnistía incondicional a los cárteles criminales. De inmediato supimos –y aquí lo dijimos–, que dicha amnistía no era otra cosa que el pago a los grupos criminales, por el financiamiento al Partido Morena, en todo el país. Por eso, ya en el poder presidencial, Obrador convirtió la amnistía en impunidad total, al extremo de que en su gobierno no llevó a prisión a uno solo de los grandes capos que convirtieron a México en campo de batalla, con más de 200 mil muertes violentas, más de 50 mil desaparecidos, 81 periodistas muertos y una epidemia de feminicidios. Pero, por si fuera poco, tal indolencia fue cuestionada en días pasados por el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, quien dijo que fracasó la estrategia presidencial de “abrazos y no balazos” y que, incluso, por razones ideológicas, López rechazó una inversión superior a 32 millones de dólares del gobierno norteamericano, para el combate al crimen organizado. Así lo dijo: “Desafortunadamente esa coordinación ha fallado en el último año, en gran parte porque el presidente anterior no quiso recibir el apoyo de Estados Unidos, cerró la puerta a inversiones de arriba de 32 millones de dólares, porque no quería que esa inversión llegara a México para ayudar con la seguridad del pueblo mexicano”, expresó Salazar. Pero no fue todo, el embajador norteamericano también cuestionó las mentiras del presidente Obrador sobre la seguridad. Así lo explicó: “Por muchos años se ha hablado que todo está bien en México, que todos tienen seguridad… pero la realidad es que hay un problema muy grave en México y por eso el plan de la presidenta Sheinbaum debe tener éxito, no se puede quedar en las explicaciones del pasado”. (FIN DE LA CITA) ¿Qué significa todo lo anterior? Está claro que el gobierno de Estados Unidos conoce a la perfección la alianza del gobierno mexicano con los cárteles criminales y sabe que el de López fue un “narco-gobierno” en donde actuó como “narco-presidente”. Por eso de nuevo obliga preguntar: ¿Por qué hasta ahora habla con tal claridad el embajador Salazar; por qué no lo hizo en el gobierno de AMLO? Pero no fue todo, está claro que el embajador norteamericano también urgió a la “señora presidenta” a dejar atrás la tutela de López Obrador. Sin embargo, lo que no dijo Salazar es que los hechos confirman, una vez más, que López impuso un grosero Maximato en el que la señora Claudia no es más que un florero. ¿Lo dudan? Al tiempo.