Con Teuchitlán y Cuauhtémoc Blanco la 4T perdió la batalla más importante a todo gobierno: la batalla de la credibilidad. En ambos casos se sacrificó la verdad y la justicia para privilegiar los intereses del régimen. Fue más importante proteger a los culpables y garantizar su impunidad que defender los derechos de las víctimas. Llama la atención cómo una imagen y una palabra han provocado que el gobierno enloquezca y persiga con toda furia a sus adversarios. La fotografía de los 200 pares de zapatos y el término “exterminio” los ha llevado a utilizar toda la maquinaria del Estado para borrar lo imborrable. También los ha llevado a cometer un delito. López Obrador condenó mil veces el montaje televisivo que armó Genaro García Luna en el caso de Florence Cassez, pues ahora la 4T hizo algo más grave en el Rancho Izaguirre: limpió y borró la escena donde se pudo haber llevado a cabo un crimen de lesa humanidad. Y algo peor, desde eso que el régimen llama “humanismo”: se canceló el derecho a la esperanza. A que la madre, el padre o los hermanos pudieran saber si ahí estuvo el hijo y la hija desaparecidos. No estamos inventando nada. El autoritarismo y la soberbia, el miedo a que las tumbas hablaran, hicieron que el gobierno federal –sin investigación de por medio– se dedicara de antemano a desacreditar a los colectivos que denunciaron el hallazgo de un campo de entrenamiento y exterminio. La hibris, la arrogancia, la desmesura llevó a forzar públicamente al Secretario de Seguridad Pública, Omar García Hartfuch para que se contradijera, traicionara al policía, al ser humano que lleva adentro y se ciñera a lo políticamente correcto: que en Teuchitlán no hubo un campo de exterminio. Punto. ¡NO LO HUBO PORQUE ASÍ CONVIENE AL RÉGIMEN, A SU IMAGEN Y SOBREVIVIENCIA POLITICA! Habría dicho un Stalin, un Pinochet, un Videla. Y en medio del caso que ha hecho naufragar la supuesta superioridad moral de Morena, 228 diputados de ese partido, ayudados por la bancada del PRI, lograron dejar impune a uno de los personajes más protegidos por López Obrador, a Cuauhtémoc Blanco, acusado de ser un violentador de mujeres. Ver en la tribuna a las diputadas de Morena arropar a un ex futbolista misógino que mandó a “lavar platos” a una mujer árbitro, escuchar a las legisladoras del obradorato gritar “¡No estás solo!”, “¡No estás solo!” Para proteger a un símbolo del peor primitivismo político, es una muestra más de la decadencia del régimen. El movimiento de la 4T se preparó para desacreditar al pasado, pero no se preparó para impedir su propia derrota moral. En la entraña llevan la semilla de su propia destrucción. ***Directora de la Revista Siempre.