La depresión

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La incuria o acidia; dejadez, pereza o tristeza del bien espiritual, es considerado un pecado en La Suma Teológica: “La acidia…es cierta tristeza agravante, que abate de tal modo el ánimo del hombre que no le agrada hacer cosa alguna… la incuria lleva consigo cierto tedio…su alma aborrece todo alimento…semejante tristeza es siempre mala…”. El estado de tristeza profunda, de melancolía, -la depresión-, fue conocida como «bilis negra» durante la edad media. La enfermedad del desgano, de la falta de sentido en la vida, afecta a más de 300 millones de personas en el mundo y es considerada la primera causa de discapacidad. En México, al menos 3.6 millones la padecen; 30 por ciento son casos severos. Es una enfermedad mental que lleva al suicidio a más de 700 mil personas en el mundo y, en 2023, a 8 mil 837 mexicanos; es la tercera causa de muerte entre los jóvenes. La OMS señala que, en un cuadro de estado depresivo, la persona experimenta conjuntamente tristeza, irritabilidad, sensación de vacío; una pérdida de disfrute o interés en actividades la mayor parte del día, -casi todos los días-, durante al menos dos semanas. Entre sus síntomas están la dificultad para concentrarse, el sentimiento de culpa excesiva, la autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro; los pensamientos de muerte o suicidio, cambios en el apetito y la sensación de fatiga o falta de energía. La depresión es una pandemia, una enfermedad que debe ser tratada por un especialista de la salud mental. En México, el sector salud, le da poca importancia a ese mal que provoca tanto sufrimiento. “Consolar al triste” es una de las obras de misericordia; nadie está exento de sufrir un cuadro depresivo. La OMS recomienda que si usted, un familiar o un amigo presentan síntomas de depresión, acudan a un médico especializado en salud mental. Padecer depresión no es motivo de vergüenza; mucho menos un pecado.