La Marcha

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El cuento es muy sencillo. Lo único que exigen los mexicanos es que su voto cuente y que se cuente bien. Quieren que voto siga siendo libre, universal y secreto. Quieren elecciones libres, votar sin problemas, ubicar fácilmente la casilla, que se abran y cierren a tiempo las casillas, obtener la credencial de elector sin problemas, que el documento no sea falsificable, que el padrón electoral sea confiable, que las elecciones sean legales, que los votos se cuenten a la vista de todos y, de ser posible, a las horas de que termine la elección, conocer el cómputo final. Quieren que, quien pierda una elección, reconozca su derrota y el triunfo del que ganó; que imperen los principios de independencia, certeza legalidad e imparcialidad. Nada de que se cayó y, se calló, el sistema. No quieren volver al México del partido único que arrebataba cuando no ganaba. No quieren que regrese la otra CFE, Comisión Federal Electoral, que también dirigió Manuel Barlett. Que no vengan con el cuento de que el INE es muy caro. Más caro es no tener la democracia y libertad para elegir a los mandatarios. Por más de 30 años se ha luchado para tener un INE autónomo, uno de los mejores del mundo para organizar elecciones confiables. Pero hay quienes, estos sí, formados en el antiguo régimen del partido único de los sesenta y setenta, quieren que el gobierno organice, controle, “cuente” los votos y, decida quienes ganan y pierden las elecciones. Quieren que regrese el carrusel, el acarreo, el ratón loco, la uña negra, la compra de la mesa directiva, las urnas embarazadas, la coacción, las amenazas, el robo de urnas, el truene de casillas y todas las chapuzas, trampas y delitos electorales que conocen de sobra.