La retirada de Estados Unidos de la Organización Mundial del Comercio sería un error épico

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Por Clark Packard Investigador del Centro para Estudios de Política Comercial Herbert A. Stiefel del Instituto Cato A principios de año, el representante republicano Tom Tiffany presentó una resolución para retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial del Comercio (OMC). La resolución tiene carácter privilegiado, por lo que se someterá a votación en la Cámara de Representantes en los próximos meses. El ex presidente del Órgano de Apelación de la OMC y actual académico del Instituto Cato, James Bacchus, y yo participamos recientemente en una sesión informativa de Cato en el Capitolio, donde explicamos por qué una medida así perjudicaría gravemente los intereses económicos de Estados Unidos y su influencia mundial. Como documenta Bacchus en un próximo documento del Instituto Cato, Estados Unidos se ha beneficiado enormemente de su participación en la OMC y en su predecesor, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). El GATT y la OMC han facilitado una expansión masiva del comercio mundial al reducirse los aranceles y los trámites burocráticos. Esto se ha traducido en precios más bajos para los consumidores estadounidenses –tanto empresas como familias– y en un mayor acceso de los productores estadounidenses a los mercados extranjeros. Retirarse de la OMC abriría la puerta a precios más altos y menos variedades y permitiría a los gobiernos extranjeros aumentar los aranceles e imponer barreras no arancelarias a los bienes y servicios estadounidenses. De hecho, Bertelsmann Stiftung, un think tank alemán, descubrió en 2019 que la pertenencia a la OMC aumentó el Producto Interior Bruto de Estados Unidos en unos 87.000 millones de dólares, más que cualquier otro país miembro de la OMC. Asimismo, viniendo de la mano de las imprudentes y desacertadas guerras comerciales del presidente Trump, retirarse de la OMC erosionaría aún más la posición global de Estados Unidos. Como la mayor economía del mundo, Estados Unidos ha desempeñado históricamente un papel de liderazgo dentro del sistema de la OMC. En nuestra ausencia, gran parte del liderazgo dentro de la organización recaería en China, la segunda economía más grande. Al pedir que Estados Unidos se retire de la organización, el representante Tiffany argumentó que el sistema de la OMC ha "pasado por alto" varias de las prácticas comerciales "desleales" de China. Parece extraño, pues, defender una postura que otorgaría a China un papel más preponderante dentro del sistema de la OMC. Algunos liberales y analistas orientados al mercado tienen una relación complicada con los acuerdos comerciales. La mayoría preferiría reducciones unilaterales de aranceles y barreras no arancelarias, ya que los beneficios económicos del comercio mundial proceden en gran medida de las importaciones. Desde el punto de vista político, sin embargo, los acuerdos comerciales desempeñan un valioso papel a la hora de limitar las inclinaciones proteccionistas de políticos y reguladores. Un régimen arancelario más elevado aumenta los incentivos para que las empresas se dediquen a la búsqueda de rentas, es decir, a utilizar el poder del gobierno para conferirse beneficios económicos a sí mismas o perjudicar a sus competidores. Una nueva investigación de Goldman Sachs sugiere que los acuerdos comerciales multilaterales a través del sistema GATT/OMC desde principios de la década de 1970 "redujeron los niveles arancelarios y la discrecionalidad de los gobiernos a la hora de imponerlos". Esto significa, añaden, que la "relación entre las estructuras arancelarias de los países y las medidas de búsqueda de rentas" desapareció en gran medida. Sin duda, el sistema de la OMC necesita reformas. Sin embargo, la pertenencia a la organización ha conferido inmensos beneficios a Estados Unidos y a sus ciudadanos. Las propuestas de retirar a Estados Unidos de la OMC no resisten un examen serio y supondrían un error político colosal.