Por Enrique Díaz-Infante Chapa* El Presidente de la República, en su conferencia mañanera del 21 de octubre pasado calificó a la UNAM de “neoliberal”, “individualista”, y la criticó por haber “perdido su esencia de formación de profesionales para servir al pueblo” (sic). Declaró que “se ha derechizado”. A las escuelas de leyes de la UNAM, las ubicó como “parte de un proceso de decadencia (por haber perdido) su esencia de formación de cuadros, de profesionales para servir al pueblo”. Comentó que “ya no hay (…) los abogados de antes, (y que) ya no hay Derecho Constitucional, (que) el Derecho Agrario es historia (al igual) que el Derecho Laboral”. Al respecto, manifestó que “(a)fortunadamente, se tiene esta oportunidad de sentar las bases y si es posible consumar la Cuarta Transformación, pero es un proceso, tiene uno que remar contra la corriente.” Sus críticas han continuado de entonces a la fecha en las “mañaneras” subsecuentes. ¿Porqué el Titular del Ejecutivo -sin motivo aparente alguno- se ha lanzado contra la UNAM tachándola de neoliberal, individualista y de no servir al pueblo? ¿Es cierto que la UNAM se ha derechizado? ¿Es verdad que ya no hay abogados como los de antes? ¿Es real que ya no se enseña Derecho Constitucional, Agrario y Laboral? ¿A qué se refiere cuando dice –en relación a la UNAM- que afortunadamente se tiene la oportunidad de sentar las bases para consumar la Cuarta Transformación? ¿Pretende el Presidente de la República meterse con la libertad de autogobierno de la Institución y de catedra de sus académicos? En cuanto a las razones del Primer Mandatario para atacar a la UNAM cabrían varias hipótesis. Pudiera ser que trata de desviar la atención de la opinión pública para evitar que se discuta sobre su contra-reforma eléctrica y de las consecuencias perniciosas que tendría –de ser aprobada- para el crecimiento, desarrollo y las finanzas públicas del país. O tal vez busca distraer a la sociedad de los malos resultados de su gobierno en todos los rubros de política, ya sea en crecimiento, salud, seguridad y empleo, entre otros. O quizás ubica a la Universidad como fuente generadora de una clase media/urbana que lo castigó en las pasadas elecciones y sigue enojado al respecto. Pudiera ser también que este ataque se inscriba en la ofensiva que ha lanzado contra el CONACYT y otras instituciones académicas como parte de una cruzada contra las élites del conocimiento. O a lo mejor está buscando controlar la Máxima Casa de Estudios de la Nación, con miras a la sucesión de 2024, y en ese sentido, trata de desestabilizarla y así crear un ambiente propicio para intervenir. Difícil saber sus razones, pero lo que es un hecho, es que sus afirmaciones no corresponden a la realidad. La generalización en que incurre el Presidente al señalar que la UNAM es individualista y neoliberal es irreal. Para empezar, habría que definir términos. ¿Qué se entiende por neo-liberal? El neoliberalismo es el conjunto de políticas surgidas a finales de los 80´s del llamado Consenso de Washington para ayudar a los países latinoamericanos a poner en orden sus finanzas públicas (https://bit.ly/3eH2L6E). Su objetivo principal era que las economías ganaran en eficiencia y mantuvieran el déficit público bajo control a través de asignar al Estado un rol de regulador más que de propietario y productor de bienes y servicios. Así, la privatización de activos fue parte de las políticas neoliberales que permitieron a los gobiernos deshacerse de activos improductivos y hacerlos líquidos. Lo malo de las mismas es que efectivamente – como constantemente señala el Presidente con razón- también propiciaron corrupción y concentración de riqueza. Pero las privatizaciones no fueron en si mismas malas, lo malo fue como se implementaron. L Pero el neoliberalismo abarca otra serie de políticas de índole monetaria, fiscal y comercial –entre otras- además de la de las privatizaciones. En la parte fiscal se amplió la base de contribuyentes. En la financiera, se liberalizaron las tasas de interés. En la comercial, para favorecer las exportaciones, se celebraron tratados de libre comercio, se estableció un tipo de cambio flexible y se eliminó la regulación que limitaba la entrada de nuevas empresas a los mercados. Asimismo, se estableció un sistema legal que busca proveer seguridad jurídica a los derechos de propiedad. Con base en lo anterior, y considerando las políticas que ha seguido el Gobierno actual en estos tres años –salvo por lo que toca al respeto al Estado de Derecho y a los derechos de propiedad- diríamos que el Presidente es un gran neoliberal. La UNAM en cambio sólo es autónoma y liberal. De acuerdo con el Art 3º. Fracc. VII, de la Constitución y la fracción II del Art. 2o. de su Ley Orgánica, parte esencial de la naturaleza autónoma de la UNAM consiste en la libertad de autogobernarse y en la libertad de catedra de sus académicos. Gracias a este atributo autonómico, en la misma caben todo tipo de corrientes de pensamiento (marxistas, neoliberales, maoístas, pluralistas y un largo etcétera) y sólo se pide que sus tesis se sostengan con el rigor científico necesario. Por otra parte, como bien afirma el Dr. Diego Valadés en la entrevista que le hace y publica el Diario Reforma el pasado 22 de octubre, la UNAM no es “ni individualista ni colectivista” es una “institución de libertades” (https://bit.ly/3jEQVfT). Y, como bien apunta el Dr. Raúl Contreras, Director de la Facultad de Derecho de la UNAM en entrevista aparecida en esa misma publicación, “el 70% de sus estudiantes vienen de familias muy pobres”. Así, más que neoliberal, la Facultad es una institución liberal que facilita la movilidad social de sus egresados, al dotarlos de capacidades educativas y habilidades sociales; y al facilitar un ambiente en que se crean redes sociales de apoyo que promueven su ascenso socioeconómico y mitigan el impacto de las caídas en su bienestar socioeconómico. Tampoco es cierto que se haya derechizado. Los abogados de la UNAM respetamos el Estado de Derecho establecido en la Constitución, los tratados, leyes y demás normas aplicables y lo interpretamos. Para tales efectos, observamos los derechos fundamentales establecidos en ella y en los tratados internacionales suscritos por el país. Con base en ese marco normativo, en la jurisprudencia, la doctrina y otras fuentes de información operamos el análisis e interpretación del derecho. Tal vez el Presidente considera que lo anterior es muy de derechas, pero no, se llama aplicar el derecho. Así de simple. Por otra parte, los universitarios –contrario a lo que sostiene el Primer Mandatario- si servimos a lo que el Presidente denomina “Pueblo” ejerciendo la libertad de cátedra y de investigación, así como siendo críticos de las ideas en aras de avanzar el conocimiento y buscar la verdad. También servimos a México siendo ciudadanos íntegros y profesionistas responsables que aportan al desarrollo del país para que sea uno con crecimiento incluyente. Es decir, con menor desigualdad y con mayor movilidad social. Contrario a lo que señala el Presidente, las materias de Derecho Constitucional, Agrario y Laboral siguen formando parte de la curricula de la carrera de derecho de la UNAM. Suponemos que el primer mandatario no está debidamente informado sobre el Plan de Estudios de la licenciatura en Derecho que se imparte en la Facultad, por lo que aquí se pone a disposición el vínculo electrónico donde puede consultarse el mismo: https://www.derecho.unam.mx/escolares/planes.php. En lo que si coincidimos con el Jefe del Ejecutivo, es cuando señala que “ya no hay abogados como antes”. Efectivamente, los abogados egresados de la UNAM de hoy en día muy probablemente son mejores que los de antes. De acuerdo con la clasificación mundial de universidades, la Facultad de Derecho de la UNAM, ocupa en 2021, el lugar 34 entre cinco mil instituciones evaluadas de educación superior, y se ubica como la mejor de Iberoamérica en el rubro de Derecho y Estudios Jurídicos (https://bit.ly/3Cjxlgj). Además, no sería bueno que los abogados fueran como los de antes. El derecho es cambiante y por lo mismo, su interpretación evoluciona a fin de resolver los problemas actuales buscando avanzar siempre los valores de justicia, verdad y el fortalecimiento de la democracia, entre otros. Finalmente, nos preocupa sobremanera cuando el Presidente señala -en el contexto de lo que él considera “el proceso de decadencia (de la UNAM)” que “afortunadamente se tiene la oportunidad de sentar las bases (y) consumar la Cuarta Transformación”. Confiamos en que el Primer Mandatario –fiel a su naturaleza demócrata- no esté pensando en afectar la libertad de autogobierno de la Máxima Casa de Estudios ni la libertad de cátedra al interior de ésta. Hacerlo sería muy delicado para el buen funcionamiento y estabilidad de nuestra institución y del país. Así, como universitarios que somos, más que ofendernos por los ataques infundados del Presidente a la UNAM, los tomamos como una oportunidad para reflexionar sobre la grandeza de nuestra alma mater y sobre aquellos aspectos que debemos mejorar. Confiamos en que la prudencia prevalecerá y que las acometidas se detendrán, por el bien de nuestra Universidad y del país. *Además del autor, este artículo lo suscriben como co-autores los siguientes abogados egresados de la Facultad de Derecho de la UNAM, generación 90-94: Ricardo Ulises Carmona Oríz, Eduardo Carpizo Castro, José Ma. Morfín, Ricardo A Mungarro Menchaca, Alberto Resendiz, Luis Sánchez Caballero, Victor Manuel Ornelas, José María Ortega, Orlando Padilla Benítez, Antonio Piña Zentella, Victor Solis y Ramón Verazaluce. *Enrique Díaz-Infante es director del Programa en Sector Financiero con Seguridad Social del CEEY