Por Ingrid Chávez Investigadora Este mes, una de las revistas más importantes en temas de economía, finanzas y negocios publicó un especial en el que enlista a los 100 empresarios más importantes de México. En su portada aparecen cinco personajes: uno de ellos es mujer. Pareciera que el título de la publicación prepara al lector para lo previsible. Muy pocas mujeres encabezan grandes empresas. Distintas publicaciones han hecho mención especial a las empresarias cuyo nombre figura en esta lista. Reconocen no solo su trabajo al frente de las empresas, sino su experiencia profesional y académica. Resulta desalentador que es usual encontrarse con rankings donde la participación de las mujeres en el sector privado es mínima o incluso nula. ¿Qué se tendría qué hacer para revertir este panorama? Distintos estudios demuestran que las empresas con mayor diversidad en sus equipos de alta dirección son más abiertas al cambio, tienen mayor aversión al riesgo e invierten más en programas internos de desarrollo. En suma, los beneficios de incluir a más mujeres en rangos altos significa mejorar las condiciones laborales para todas y todos, así como abrir camino para las nuevas generaciones de niñas y jóvenes que desean ocupar puestos de alto nivel. Para identificar cómo es la participación de las mujeres en las empresas, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) analizó 157 compañías listadas en la Bolsa Mexicana de Valores y la Bolsa Institucional de Valores. Para el análisis se sistematizaron los datos de género que por obligación deben publicar todas las emisoras: el sexo de los miembros de su consejo de administración y direcciones relevantes -dirección general, de finanzas y jurídico-, y si cuentan con una política de igualdad. Los resultados fueron tan abrumadores como la portada de la revista. La representación de las mujeres se diluye conforme aumenta el nivel jerárquico dentro de las empresas. En los consejos de administración, por cada 10 integrantes hay solo una mujer. En el caso de las direcciones generales del total de empresas analizadas, solo 3% tiene a una mujer al frente de la compañía, y en 33 de estas empresas no hay una sola mujer en el consejo de administración ni en las direcciones relevantes. Estamos perdiendo a futuras lideresas en el camino y con ello, desaprovechando la oportunidad para atraer y retener talento. Actualmente las mujeres somos poco más de la mitad de la población en el país, pero aún así no alcanzamos la paridad dentro de las empresas. Por ello, es importante que las organizaciones le apuesten a la diversidad en todos los niveles jerárquicos e implementen políticas efectivas para que sea común ver a más mujeres crecer de manera natural. Así, las mismas oportunidades que tienen los hombres para crecer y ocupar puestos de alto nivel, las tendrían las mujeres. El primer paso para lograrlo es generar información con perspectiva de género a través del reporte de datos que por obligación deben cumplir todas las emisoras de acuerdo con la Ley del Mercado de Valores. Existen otras iniciativas como el Índice de Igualdad de Género de Bloomberg cuyos datos ayudan a las empresas a replicar mejores prácticas de equidad. Además, es necesario generar autodiagnósticos sobre las barreras que enfrentan las mujeres para crecer, lo que permite monitorear y mejorar las condiciones laborales de las y los trabajadores. La información con perspectiva de género puede ser la mejor herramienta para navegar a contracorriente y tomar decisiones sobre los beneficios de sumar a más trabajadoras en puestos de toma de decisiones. México necesita lideresas y puede lograrlo con el compromiso de la iniciativa privada para equilibrar las portadas de las revistas, pero sobre todo la cultura organizacional de las empresas del país.