Trump piensa que todo tiene un precio: un edificio, un país, una mujer… Cree que es el hombre fuerte del mundo; quien decide sobre quien vive y quien muere. Hasta ahora, ha ladrado más de lo que ha mordido: aranceles, migrantes, Ucrania. La semana pasada, Claude Malhuret, senador francés, pronunció un discurso que sobrepasó fronteras: denunció la política imperial de la nueva casa blanca, la necesidad de salvar a Ucrania y el riesgo de los totalitarismos del siglo XXI: “Washington se ha convertido en la corte de Nerón, un emperador incendiario, cortesanos sumisos, y un bufón bajo ketamina encargado de la purga en la función pública. Es un drama para el mundo libre, pero ante todo es un drama para Estados Unidos, el mensaje de Trump es que no sirve para nada ser tu aliado porque no te defenderá, te impondrá más aranceles que a sus enemigos y te amenazará con apoderarse de tus territorios al tiempo que apoya a las dictaduras que te invaden. El rey del «trato» nos está mostrando lo que es el arte del «trato» postrándose; cree que intimidará a China arrodillándose ante Putin, pero Xi Jinping, ante semejante naufragio, seguramente está acelerando los preparativos para la invasión de Taiwán. Jamás en la historia un presidente de Estados Unidos ha capitulado ante el enemigo; jamás ninguno ha apoyado a un agresor contra a un aliado; jamás ninguno ha pisoteado la constitución estadounidense, emitido tantos decretos ilegales; destituido a los jueces que podían impedírselo; despedir repentinamente al estado mayor militar, debilitando todos los contrapoderes y tomado el control de las redes sociales. No se trata de una deriva liberal: es el comienzo de la confiscación de la democracia. Recordemos que solo fueron necesarios un mes, tres semanas y dos días para derrocar la República de Wiemar y su constitución. Tengo confianza en la solidez de la democracia estadounidense y el país ya está protestando; pero en un solo mes, Trump ha hecho más daño a los Estados Unidos que en cuatro años de su anterior mandato. Estábamos en guerra contra un dictador; ahora luchamos contra un dictador apoyado por un traidor. Hace ocho días, en el mismo momento en que Trump pasaba la mano por la espalda de Macron en la Casa Blanca, Estados Unidos, votaba junto a Rusia y Corea del Norte en contra de los europeos que reclamaban la retirada de las tropas rusas. Dos días después, en el despacho oval, el desertor del servicio militar, daba lecciones moral y estrategia al héroe de guerra Zelensky, antes de despedirlo como un patán ordenándole que se sometiera o dimitiera. Esta noche ha dado un paso más en la infamia al detener la entrega de armas que había prometido. ¿Qué hacer ante esta traición? La respuesta es simple: hacerle frente, -y sobre todo, no equivocarse- la derrota de Ucrania sería la derrota de Europa…”.