Es evidente que el Presidente de la República goza de alta aprobación entre amplios sectores de la sociedad mexicana. Hay que decir, sin embargo, que esa aprobación ha caído de manera constante desde que asumió el poder en 2018. De acuerdo con las encuestas más serias, López Obrador tiene alrededor de un 60 por ciento de aprobación hoy en día. La buena imagen del Presidente, entre 6 de cada 10 mexicanos, ocurre al mismo tiempo en que una mayoría de ciudadanos reprueba la gestión del gobierno que encabeza, tanto a nivel general como en lo que se refiere a sus principales políticas públicas. Sin duda el oficialismo espera que pese más la aprobación presidencial, que el rechazo a los malos gobiernos de Morena en todo el país. Por otro lado, los partidos opositores cargan con el descrédito derivado de muchos gobiernos corruptos e ineficientes que no pudieron llevar a México a la senda de la prosperidad, la seguridad y la justicia. A pesar de ello, una serie de condiciones determinan que la oposición tenga en 2024, una oportunidad real de lograr la alternancia política. Esta podría ser total, en caso de ganar la presidencia o, parcial, en el supuesto de obtener la mayoría, ya sea en una o en ambas cámaras del Congreso de la Unión. Es posible que también pueda ganar espacios de gobierno muy relevantes en la Ciudad de México, en las ocho gubernaturas en disputa y en la mayor parte de las Alcaldías y Congresos Locales que cambiarán en 2024. La mejor estrategia para inducir un triunfo opositor, es a través de un “Nuevo Acuerdo” que marque un punto de inflexión en la relación de esos partidos con la sociedad civil. Este "Nuevo Acuerdo", presupone un acto de contrición política, por medio del cual los dirigentes de esas formaciones políticas admitan y pidan perdón por los errores cometidos por muchos de los gobiernos, funcionarios y legisladores emanados de sus filas. También entraña que se cumplan tres condiciones esenciales en la relación de los partidos opositores y la sociedad civil: 1. La construcción incluyente de una visión de país, no solo programática sino de largo aliento. Ya hay esfuerzos rescatables en las propuestas de Unid@s y de Mexicolectivo. 2. La participación de liderazgos ajenos a la clase política, pero con alta legitimación social, en candidaturas federales y locales. No se trata, desde luego, de marginar a políticos profesionales. El objetivo más bien es que a los cuadros partidarios probados y con solvencia, se unan caras frescas emanadas de la sociedad civil. 3. La promoción de procesos electivos con participación destacada de la sociedad civil. El ejercicio que realiza el Frente Amplio por México para definir la candidatura presidencial, aunque imperfecto, es un salto cuántico en la dirección correcta. Sin embargo, se quedó corto. La verdad sea dicha: el proceso aprobado hacía casi imposible que una candidatura totalmente ciudadana pudiera tener éxito. Por ello, en los procesos subsiguientes se deben incluir medidas de acción afirmativa con el fin de que los liderazgos no partidarios, puedan ser competitivos y acceder a las candidaturas, y no queden excluidos de forma automática. Los últimos dos años de la vida política del país se han caracterizado por el esfuerzo denodado de millones de mexicanos en la construcción de un acuerdo cívico-partidista para la reconstrucción nacional. Si la marea rosa fue su expresión más alegre y esperanzadora, el Frente Amplio por México es su manifestación estratégica más completa. Ahora hay que ir aún más allá: hacia un "Nuevo Acuerdo" que haga posible la alternancia en 2024 y, así, iniciar el camino al México Ganador que todos anhelamos. Imagen: Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del Estado.