Por Daphne Posadas Directora de FEE Studios Hace unas semanas celebramos la noticia de que el Premio Nobel de la Paz había sido otorgado a la líder opositora venezolana María Corina Machado. En una emotiva llamada con el vocero del Comité, Machado afirmó que el premio no era para ella, sino un reconocimiento al pueblo venezolano, que por más de dos décadas ha resistido al régimen de Chávez y Maduro. Su salida del país refleja esa lucha. Tras un año escondida cerca de Caracas, inició una compleja travesía hacia un pueblo costero, pasó por diez puntos de control militar antes de cruzar el Caribe rumbo a Curazao. Mientras ella enfrentaba este peligroso recorrido, su hija, Ana Corina Sosa, tomó el escenario en Oslo para aceptar el premio en nombre de su madre. Su discurso expuso con claridad el lento y sistemático deterioro institucional que ha vivido Venezuela durante los últimos 26 años. Horas más tarde, ya en la madrugada europea, María Corina apareció en el balcón del Grand Hotel para saludar a cientos de venezolanos y simpatizantes que celebraban un mensaje de esperanza para la libertad de Venezuela. El verdadero punto de inflexión, sin embargo, fue el mensaje de Ana Corina: el recordatorio de que la erosión institucional no ocurre de un día para otro. Es un proceso gradual en el que el poder político va empujando los límites, debilitando contrapesos y llevando a la población al punto de quiebre económico y social. Esta reflexión conecta con la conferencia que el premio Nobel de Economía, Joel Mokyr, también presentó esta semana. Mokyr advirtió sobre cómo el populismo y los regímenes autoritarios sofocan el “mercado libre de ideas”. El concepto de instituciones sigue siendo abstracto para gran parte de la ciudadanía. Ese vacío es preocupante, significa que quienes defendemos la libertad fallamos al traducirlo al día a día. Esa desconexión explica, por ejemplo, por qué en varias partes de América Latina se observa con admiración al modelo Bukele, y se percibe como una solución a la violencia, sin considerar los riesgos de la concentración de poder. Quienes creemos en la libertad debemos convertirnos en mejores intérpretes de estas ideas. Ese fue precisamente el impulso que llevó a Leonard Read a fundar FEE: bajar las ideas de la torre de marfil y ponerlas al alcance de todos.