Otis fue un huracán que en pocas horas pasó de categoría 3 a categoría 5 de la escala Saffir-Simpson, tocando las playas del puerto de Acapulco a las 00:25 horas el pasado 25 de octubre. Los vientos golpearon a este centro turístico con velocidades de 270 kilómetros por hora y rachas superiores a los 300 kilómetros por hora, dejando a su paso devastación de casas, hoteles, edificios de apartamentos de lujo, comercios, restaurantes y bares, calles, postería de la CFE y Telmex, torres de repetidoras de celulares, postes de alumbrado público, etc. No me había tocado ver destrucción tal al paso de un huracán, las narraciones de turistas, de locales nos muestran el terror que los envolvió esas horas, horas de angustia, de incertidumbre, de un ¿llegaré a mañana? Según el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que por la suerte, la protección del creador y los avisos que se dieron a la población (¿?), no se registraron más muertes (27) tras el impacto del huracán Otis. Pero el jueves López Obrador se fue por caminos vecinales a Acapulco y sucedió que después de subirse a un vehículo del Ejército Mexicano, un Hummer, este se atasca con el presidente en el asiento del copiloto, pero qué necesidad. Carlos Marín recordaba en su columna de este viernes que “no es la primera ocasión que López Obrador queda varado: le ha sucedido lo mismo con retrasos de hasta cinco horas en vuelos comerciales y al menos tres veces yendo por caminos de terracería en el sureste y el norte (Bavispe, Sonora por una ponchadura de llanta)”. Teniendo todos los helicópteros de la Marina y el Ejército a su disposición no los utilizó como cuando hubo una inundación en Tabasco, que por cierto abrieron las compuertas de una presa que inundó a las comunidades más pobres. Allí no se bajó e incluso uno de los voceros de AMLO, Epigmenio Ibarra comentó con Ciro Gómez Leyva, que AMLO no hizo lo que los otros presidentes que se mojaban los pies para la foto. Otis lo hizo mojarse los zapatos y quedarse atascado, una imagen que sirvió para hacer muchísimas bromas por las redes sociales. Al presidente López Obrador le pasó lo que a Miguel De la Madrid en 1985 con el terremoto del 19 de septiembre, que dijo que no requería de ayuda internacional. Se está viviendo lo mismo en Acapulco, cientos de edificios dañados, un caos en las calles, también en 1985 se desató el pillaje como ahora en el puerto, decenas de negocios saqueados y ninguna autoridad cuidando. En cuanto al pillaje, un reportero preguntó si había una posibilidad de implantar en toque de queda, a lo que dijo que “no, no porque la gente va a ayudarnos mucho”, si en desmantelar todos los negocios, en eso ya le echaron la mano señor presidente. En los hospitales no hay energía ni planta de luz, los médicos tienen que operar con la luz de sus celulares. Uno de los huracanes más mortíferos que ha azotado las costas mexicanas fue “Paulina”, llegó con categoría 4 a las costas de Oaxaca el 8 de octubre de 1997, dejando alrededor de 300 muertos y afectando también a Guerrero. Uno que entró por las costas de los Cabos fue “Odile”, fue categoría 4 y arrasó con todos los postes de energía eléctrica de los Cabos e incluso, con las torres de transportación de alta tensión. Hoteles destruidos y también las agencias de autos dejaron a su paso “Odile” en septiembre de 2014. En el Atlántico se han formado huracanes con “Wilma”, uno de los más violentos y le sigue el huracán “Gilberto” que llegó a la península de Yucatán en 1988 con vientos de 250 kilómetros por hora. Otro más que impactó a Yucatán fue “Dean” que también llegó a categoría 5 en 2007. ¿Dónde está la gobernadora Evelyn Salgado y la alcaldesa de Acapulco? ¿Qué ha pasado en el otro Acapulco, el de las colonias populares? Empiezan a surgir los centros de acopio en todo el país para ayudar a los afectados por Otis ¿Y el Fonden apá?