Sin querer queriendo o, queriendo querer, López Obrador exhibió a Enrique Peña como un hacedor de vientre frecuente. En su conferencia mañanera, del 6 de septiembre de 2006, dio a conocer los gastos en la compra de papel sanitario, pasta, rastrillos y cepillos para un vuelo presidencial: 1 millón, 74 mil 670 pesos. No dijo la marca del papel higiénico, pero lo más seguro es que, no fue el mexicalense “Hortensia”. (Por el costo, debió ser uno extranjero, con aloe y perfume de rosas). Sin que nadie se lo solicitara, informó sobre los excesos de Peña con el papel sanitario y, lo exhibió, queriendo querer, como “cagón”. En 2021, se quejó de que un ciudadano le solicitó, a través del Instituto de Transparencia, cuánto gastaba en papel sanitario. Hoy, que quiere desaparecer al Instituto de Transparencia, dice que no sirve para nada, que es un cero a la izquierda, que sólo sirve para pedirle “cuánto papel sanitario usa en su departamento de Palacio Nacional”. Al margen de que el ciudadano, que pide la información tenga fijaciones escatológicas, legalmente, tiene derecho a saber cuánto dinero público destina el presidente al papel con el que se limpia. López Obrador, ha reducido la función del INAI, al absurdo del papel para limpiarse. La verdad es que, pretende desaparecer al INAI, porque le estorba a su opaca administración que tiene la cola sucia. A través del INAI, LOS CIUDADANOS, ejercen su derecho a saber, incluso sobre información aparentemente absurda o inútil. Los funcionarios, y todo aquel que utiliza recursos públicos, incluido el presidente, están obligados, cada vez que se les solicite a informar en qué, cuándo, cómo, dónde y para qué gastan el dinero del pueblo. Las facturas de la administración pública, no son propiedad del presidente, SON PÚBLICAS, así sean las del papel sanitario que usa en Palacio, independientemente de sus preferencias: Hortensia, Pétalo, Charmin Ultra Soft o las mazorcas de Pellicer que menciona en sus mañaneras. Opacidad salvaje de las sombras de Anif Larom.