Para la Historia Patria

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En marzo de 2021, el presidente López Obrador les advirtió a los magistrados que, «si declaraban inconstitucional su reforma a la ley eléctrica, enviaría una iniciativa para cambiar la Constitución». Aquella amenaza sonaba tan, pero tan lejana, que nadie se la creyó; pues ayer, mandó publicar la reforma más radical a la constitución desde 1917. Nadie creyó tampoco en 2006 que algún día mandaría “al diablo las instituciones” y, no solo las mandó ‘al carajo’, sino que las demolió: Fideicomisos, organismos autónomos, seguro popular, aeropuerto, poder judicial, leyes, constitución, república… En los días que le quedan como presidente, con su aplanadora 4X4, se asegurará de hacer polvo todo lo que huela a “neoliberal”. A estas alturas a nadie debería ya de extrañarle su proceder; López ha sido congruente con su ideología nacionalista-revolucionaria y todo lo que ello conlleva. En aquella primavera de 2021, después de su amenaza a los ministros de la Corte, lo comparamos con Procusto o Procustes; el ser mitológico conocido como el ‘estirador’. Procusto tenía gran estatura, fuerza prodigiosa y una posada en Ática, hasta donde atraía a los viajeros solos para robarles y hacerles sufrir suplicios atroces. Una vez en su posada, tendía a los viandantes sobre un lecho de hierro y, cuando dormían, los amordazaba y ataba a las cuatro esquinas de la cama. Si la víctima era alta, y sus piernas y cabeza excedían los límites del lecho, cortaba de un hachazo las porciones sobrantes. Si, por el contrario, las piernas y brazos resultaban más cortas, las descoyuntaba a martillazos y las estiraba, hasta que dieran la longitud del lecho fatal (de ahí su nombre). Cuando la ley eléctrica fue declarada inconstitucional, Procusto López, procedió a cercenar y estirar la constitución hasta ajustarla a su lecho de hierro. En psicología, el síndrome de Procusto se conoce como la incapacidad para reconocer como válidas las ideas de otros y el temor a ser superado por ellos. Lo anterior, conlleva a eludir responsabilidades, tomar malas decisiones y frenar iniciativas, aportaciones e ideas de quienes puedan dejarnos en evidencia. El Poder Judicial no cabía en su lecho por insumiso y, al mero estilo Procustes, cercenó la constitución para que cupiera en su nacionalista y revolucionaria cama.