El viernes por la mañana cientos de trabajadores de la Ciudad de México instalaban grandes vallas de 3 metros de altura, para proteger el Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana y otros edificios emblemáticos de la capital del país. El Zócalo de todos los mexicanos iba tener muchas visitas, por el momento profesores de la Coordinadora de Guerrero, a los que les prometieron plazas, pagos especiales y otras canonjías que, como siempre, prometen los políticos para obtener el voto, pero una vez en la silla se olvidan de las promesas o les dicen que se está en una pobreza franciscana y no hay dinero, tenían su campamento. Por la tarde, se esperaban cientos de mujeres de diferentes organizaciones defensoras de los derechos, la no violencia y la búsqueda de mujeres desaparecidas en nuestro país. Ya les tienen miedo, miedo a sus pintas, miedo a la destrucción de vidrios, edificios, monumentos, negocios y el Palacio Nacional resguardado por mujeres policías que son agredidas por las mujeres protestantes que les lanzan bombas molotov, quemándolas, descalabrándolas, hiriéndolas, pero protegiendo al Palacio de Andrés Manuel López. Al momento de escribir estas líneas no habían llegado las mujeres con paliacates verdes a la gran plaza, no habían pintado el Ángel, Bellas Artes o el propio Palacio Nacional, en la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, que por cierto El Universal publicaba este viernes que “el servicio nacional de emergencia del 911 recibió 680 mil 941 peticiones de auxilia de mujeres, un promedio de 2 mil 500 al día, entre enero y septiembre de este año”. Esto será tema de otra participación. Mientras estas cifras muestran las políticas fallidas de los gobiernos federal, estatales y municipales, como la famosa Alerta de Género, que por cierto está decretada en Baja California con nulos resultados, en el país la situación es similar, una herramienta diseñada hace 15 años para prevenir, atender y castigar la violencia contra las mujeres, enfrenta limitaciones financieras. Entonces ¿para que ir a marchar el domingo? Si es solo para engrandecer el ego del presidente Andrés Manuel López Obrador, adelante; si creen que hemos avanzado positivamente en todos los rubros, adelante; si tenemos un sistema de salud como Dinamarca, adelante; si la educación de niños y niñas es estupenda, adelante; si la seguridad y la paz ya se logró, adelante; si han terminado con la pobreza en el país, adelante. Y si no se ha logrado lo anterior, les pregunto ¿a qué van?. Un ejemplo del fracaso de la procuración de la paz es lo que se viven en Baja California, los asesinatos, robos, violaciones, enfrentamientos y nuestra gobernadora siguiendo la instrucción del Primer Mandatario irá presurosa a la Ciudad de México, este sábado, ¿Quiénes la acompañarán? Quien sabe, pero ya lo dijo que ella pagara su boleto de avión y el hospedaje en un hotel para temprano acudir a la cita. Se criticaba en tiempos del PRI el famoso besa manos, pues los Morenistas no están lejanos a esta práctica, presurosos, todos los gobernadores de Morena y aliados, irán al besa manos, a gritar “es un honor estar con Obrador”, no importan los muertos. Solo puedo decir que López Obrador tendrá que dar el último esfuerzo estos dos años que le restan a su administración, dejarse de estar dividiendo a los mexicanos en chairos y fifís, cumplir sus promesas y dejar de estar criticando, insultando, maldiciendo y demás a quienes no piensan como él. ¿Habrá acarreados? Por supuesto, pero estarán diciendo que fue por su voluntad. Finalmente, además de fomentar el ego de López Obrador ¿en qué nos beneficia la marcha? Y mi respeto a quienes van convencidos y con sus recursos. Imagen tomada de Twitter