“El Último presidente de la Revolución”, así se autodefinió José López Portillo en 1992, durante una entrevista que le concedió a Elías Chávez para la revista Proceso. Desde los tiempos de Echeverría y López Portillo, no teníamos un presidente que concentrara tanto poder como el de hoy. Un presidente jefe de un movimiento, no jefe del Estado, jefe del Morena- Gobierno, como en sus tiempos lo fue el PRI-Gobierno. Un presidente que gobierna para sus adeptos, rechaza el equilibrio de poderes, los organismos autónomos y cualquier ley que limite sus decisiones unipersonales. Centralizó al extremo el gobierno, como sugería Lucas Alamán, convirtiendo a los gobernadores en empleados de su cuarta. Por decretos, como si fueran edictos reales, acabó con la descentralización, dependencias, fideicomisos, con todo lo que pudo, centralizando facultades y recursos en su persona. Es más poderoso que cualquier monarca y actúa como tal, tanto así que ya entregó el cetro real, o bastón de mando, a quien designó como su sucesora. Si una Ley anterior se opone a sus decisiones, inventa un decreto, como el del 11 de noviembre de 2021, cuando decretó que todas sus obras eran de INTERÉS PÚBLICO Y SEGURIDAD NACIONAL. Por decreto, instruyó a todas las dependencias y entidades de su gobierno a otorgar autorizaciones provisionales a sus obras, con la simple presentación de la solicitud. Sus obras, debían ser autorizadas en un plazo no mayor de cinco días, si transcurría ese plazo sin emitirse la autorización provisional expresa, se consideraría resuelta en sentido positivo. Todas sus obras de infraestructura, telecomunicaciones, trenes, aeropuertos, de salud, todas…por ser prioritarias y estratégicas, se podían iniciar con esa autorización provisional. Prácticamente eliminó la Ley de obra pública, los trámites, dictámenes técnicos, permisos, requisitos estructurales, de protección civil, proyectos ejecutivos, estudios de impacto ambiental, todos los trámites burocráticos. La Suprema Corte, una de las pocas salvaguardas de la democracia que quedan, desechó el despropósito. Los sobreprecios estratosféricos de sus obras, los incumplimientos en los plazos de entrega, actos de corrupción, opacidad, falta de planeación, contratos a modo y obras mal hechas, son el resultado de construirlas por sus… decretos.