Por el bien de Baja California, primero la demografía

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Una persona me preguntaba cuáles son los retos que enfrenta el gobierno estatal en el terreno de la vida real, es decir, más allá de los temas con que nos bombardea a través de sus boletines en los que nos pintan una Baja California que nos deja preguntándonos dónde es. En fin, le contesté que a mi parecer hay cuatro puntos que deben ocupar la parte principal de la agenda: • La demografía y su nueva conformación social • Salud • Migración • Desigualdad económica Hoy tocaré el tema de la demografía recuperando los datos difundidos por el INEGI: la Encuesta Nacional Sobre Salud y Envejecimiento en México (ENASEM), las estadísticas de matrimonios y divorcios, así como los de Censo de Población más reciente. En este sentido Baja California vive una profunda transición demográfica en la cual destaca que el porcentaje de la población mayor de 50 años de edad crece aceleradamente como resultado de un aumento considerable en la esperanza de vida a pesar de que se perdieron tres años debido a la pandemia. Dicha población tiene necesidades particulares que deben ser tomadas en cuenta para la formulación de políticas públicas, sobre todo en materia de acceso a servicios de salud y seguridad social, y especialmente en el segundo rubro lo que se refiere a las pensiones pues el 50% de los ocupados del sector formal tienen un ingreso máximo de dos salarios mínimos. La ENASEM del INEGI nos informó que cerca del 11% de la población en Baja California tiene más de 50 años de edad, es decir el fenómeno del envejecimiento demográfico se está acelerando, por lo que en pocos años esta será la nueva cara del estado. Si a esto le agregamos que ha bajado la tasa de natalidad; que los divorcios aumentaron 36.5 por ciento entre 2014 y 2019; que la tasa de nupcialidad (matrimonios por cada mil habitantes) cayó a su menor nivel en una década y que además los hogares con jefatura familiar femenina brincaron de 25 a 31 por ciento, estamos hablando de una profunda reconfiguración de la población en el Estado. Todo esto ocurre al mismo tiempo que y nos dibuja un panorama dominante de personas de más de 50 años, con hogares que tendrán menos integrantes, con más jefaturas femeninas y más hogares en unión libre. Uno de los ámbitos donde afectará más esto va ser en salud, es decir, el problema no acaba con la pandemia, pues el flujo de demandantes crecerá por la composición poblacional nueva, donde según un estudio de Lancet, las generaciones nacidas en las décadas de los 50s y 60s, alrededor del 50 por ciento tienen una expectativa de vida de 100 años ¡vaya reto! También las empresas constructoras deben pensar en casas más ergonómicas, es decir, adaptadas para personas que por su edad tienen un desplazamiento diferente y varias de ellas prefieren vivir solas; y qué decir de los restaurantes que deberán ampliar su menú porque se tratará de gente que comerá más veces fuera de casa, pero no todo lo que les ofrecen hoy día. El otro ámbito donde la sociedad bajacaliforniana se está transformando es con las mujeres profesionistas que cada vez son más y rompen con el viejo paradigma de que “voy a que me mantengan” para convertirse en seres independientes capaces de sacar solas a una familia y estar al frente de grandes empresas. Por otra parte, la baja tasa de natalidad está relacionada tanto con el nuevo papel de la mujer en el aparato productivo, como con el pobre entorno económico actual, que dicho sea de paso también ha propiciado que un buen número de jóvenes continúen en el hogar de sus padres más allá de los 30 años de edad. En fin, los cambios son profundos y sus consecuencias son de muy largo alcance, por lo que urge comenzar a adaptar al Estado en su estructura para encararlas. En nuestra siguiente entrega hablaremos de las otras vertientes. Mientras tanto, parafraseando a los políticos de Morena, por el bien de Baja California, primero la demografía.