La idea se le ocurrió anteayer y la planteo ayer: “Crear una farmacia grandota para almacenar todas las medicinas del mundo y acabar de una buena vez con el desabasto de medicinas en México”. Si una enferma de cáncer de mama del Rosario, Baja California, requiere un medicamento que no hay en las farmacias del Estado, el tratamiento se enviará por avión a Tijuana y, de ahí, por tierra, al lugar de residencia de la paciente en el sur de la península. (Ni en Dinamarca). Porque, como ha repetido muchas veces el presidente, si las Sabritas y las Coca colas llegan hasta el más recóndito de los lugares de México, ¿Por qué no pueden llegar las medicinas…? “Con la salud no se juega”, dice un líder sindical y, este gobierno, se la ha pasado jugando con la salud y la vida la de los mexicanos. El exceso de mortalidad, durante la pandemia, llegó a los 800 mil mexicanos muertos. Es cierto que, en “el pasado neoliberal”, había muchos rezagos en el sistema de salud. Lo que, también es cierto, es que ahora estamos peor que antes. Juntos: chocheros, yerberos, hueseros y médicos cubanos no han podido llevar al sistema de salud al nivel de los daneses. Se destruyó un sistema de abasto de medicamentos nacional que funcionaba… Destruyeron el seguro popular, “porque se creó en el gobierno de Calderón”. En su lugar malparieron al INSABI y andan malpariendo al IMSS- Bienestar. No pudieron construir ventiladores, desarrollar la “Vacuna Patria”, levantar BIRMEX y darles medicamentos a los niños con cáncer. La última ocurrencia, contra toda lógica, es construir el almacén de las medicinas del bienestar. Se olvidan de la logística y de que, los medicamentos y las vacunas tienen fecha de caducidad, igual que las Sabritas, por eso, las papitas, no se almacenan en un bodegón, ni se envían cuando a algún panzón, que vive en un recóndito lugar de la cornucopia mexicana, se le antoje comerse unas papas fritas.