Qué aprendimos al aplicar principios de la Economía del Comportamiento en proyectos de desarrollo

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Por Bertha Briceño, Arianna Orozco y Marcela Galvis Departamento de Gestión del Conocimiento del Banco Interamericano de Desarrollo La aplicación de principios de la economía del comportamiento (behavioral economics), ha tomado fuerza como una herramienta de apoyo a los gobiernos para crear políticas públicas más efectivas y que toman en cuenta los sesgos de comportamiento de sus ciudadanos. Desde el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), hace ya varios años, se han venido desarrollado iniciativas que utilizan esta ciencia para fortalecer el trabajo que se hace desde los distintos sectores. La idea es usar esta herramienta para mejorar vidas ayudando a las personas de América Latina y el Caribe a tomar mejores decisiones, vencer la inercia, y pensar más allá del momento exacto en el que se encuentran. Ahora bien, para aplicar la economía del comportamiento en un proyecto de desarrollo se deben considerar diferentes factores que intervendrán, y en algunos casos, podrán marcar el éxito o fracaso de su puesta en marcha. Para conocer sobre dichos factores, desde el Sector de Conocimiento y Aprendizaje entrevistamos a más de una docena de especialistas del BID que lideran, o han liderado, iniciativas de economía del comportamiento en diferentes disciplinas: agua y saneamiento, política fiscal, políticas públicas de ahorro, entre otras cosas; y les preguntamos qué han aprendido al trabajar con esta ciencia, así como cuáles son sus recomendaciones para quienes deseen aplicar la economía del comportamiento para el desarrollo. ¿Cuáles son algunos desafíos de aplicar la economía del comportamiento a intervenciones de desarrollo? 1 Los proyectos no generan la misma reacción en todas las personas Cada persona puede reaccionar de manera distinta a los “empujoncitos” (nudges) de la economía del comportamiento, y cuando se trabaja a gran escala, se toma en consideración a una persona “promedio”. Esto, en teoría, puede traer consigo consecuencias inesperadas, como que la intervención falle o genere descontento entre algunos participantes atípicos. Por ejemplo, si consideramos una intervención para aumentar el ahorro, el monto ideal de ahorro para una persona puede ser muy distinto al de otra; por ende, si se utiliza un descuento de ahorro mandatorio para todos con un único monto, lo que a unos les favorece a otros puede perjudicarlos, en el sentido que podrían terminar ahorrando menos. El mundo ideal permitiría crear intervenciones personalizadas a todos los individuos, pero esto por supuesto no siempre es factible ni costo-efectivo. 2 “Vencer la inercia” Muchas veces se sabe que lo más efectivo para solventar un problema es un tipo de intervención específica, por ejemplo, para fomentar el ahorro serían las inscripciones automáticas en planes especiales. Sin embargo, sucede que las regulaciones de los países o empresas a veces no permiten este tipo de intervención. Hacer el cambio de regulación para que sea posible puede ser muy difícil o costoso en tiempo y recursos. 3 Para algunas intervenciones, no es fácil medir el éxito No en todos los temas se puede identificar con certeza que se ha logrado el cambio de comportamiento deseado. Por ejemplo, si se quiere aumentar el número de personas que se lavan las manos, ¿cómo saber realmente si lo hacen o no? En este caso, es difícil saber exactamente quienes cambiaron su comportamiento. Se pueden medir otras variables, por ejemplo, si baja el índice de ciertas enfermedades, o cuánto se compartió una campaña en una red social, pero no hay certeza sobre las personas que efectivamente lo modificaron. AHORA, ¿QUÉ ELEMENTOS FACILITAN ESTAS INTERVENCIONES? 1 La contraparte debe percibir un claro beneficio de lo que se está haciendo Ya sea que se esté trabajando con el sector público o privado, para asegurar el compromiso es necesario que la contraparte perciba en la iniciativa un potencial beneficio para su trabajo. Por ejemplo, en el sector privado, se identifican actividades que de alguna manera tengan potencial de aumentar la participación de mercado o la expansión de márgenes de utilidades. De otra manera, no se logrará el involucramiento necesario en el proyecto. Además, si se piensa a gran escala y a largo plazo, la contraparte debe verle un valor agregado a la iniciativa para darle la sostenibilidad necesaria. 2 Es importante tener un interlocutor en el terreno Una vez se ha iniciado la implementación, la estrecha relación con la contraparte es un elemento clave para el éxito de una intervención, y probablemente, para la capacidad de darle continuidad. Por ello, es importante estar en constante comunicación. Cuando no se está en terreno, es clave contar con alguien del proyecto que sí esté. Por último, ¿cuáles son algunas recomendaciones para tener en cuenta al aplicar la economía del comportamiento en un proyecto? 1 Mantener el enfoque en los objetivos, no en la herramienta Teniendo en cuenta el auge de trabajar con economía del comportamiento, en muchos casos, el ánimo de utilizarla hace que algunas iniciativas que no necesariamente se prestan para soluciones en este ámbito se traten como tal. Se podría decir que la economía del comportamiento “está de moda”. Por ejemplo, promover una alimentación más saludable se puede hacer de muchas maneras (i.e. dando un subsidio a alimentos saludables para que las personas los compren más), y no necesariamente con elementos de economía del comportamiento (i.e. diseñar etiquetas que muestren de manera simple cantidad de calorías y otros atributos de la comida para “inducir” a las personas a comer más saludablemente, sin afectar otras restricciones más estructurales). Por esto, es importante aumentar el entendimiento de esta materia entre los profesionales del desarrollo, y que, al considerar el uso de componentes de economía del comportamiento, se tenga claro que esta es una más dentro de las herramientas a su disposición para buscar el cumplimiento de los objetivos de desarrollo que se desean. Se debe tener muy clara cuál es la restricción que se quiere solucionar Relacionado con lo anterior, cuando se trabaja con economía del comportamiento (EC), se entiende que hay muchos factores por los cuales una persona toma una decisión, y no todo se resuelve con “empujoncitos” en el comportamiento. Por ello, se debe tener muy claro si lo que se quiere resolver es realmente algo que pueda ser modificado a través de la economía del comportamiento o si corresponde a algo más estructural. Por ejemplo, una persona puede no ahorrar porque en una decisión instantánea le da más valor a consumir en el presente sin importar qué pase más adelante, aun cuando en reflexión reconoce que el futuro es muy importante (lo cual se puede tratar de resolver con una intervención de EC), o porque en realidad no tiene suficientes ingresos para poder ahorrar (lo que ya corresponde a un tema de barreras estructurales que debe tratarse de otra manera). Ahora bien, en algunos casos, una intervención de economía del comportamiento puede mejorar la situación, pero no será la única herramienta necesaria para resolver el problema. Siendo así, se debe integrar este componente como un acompañamiento de otras soluciones. 3 Es importante pilotear antes de implementar Una vez se decide que realmente hay un caso para incorporar elementos de economía del comportamiento en un proyecto, se debe tener mucho cuidado con el inicio de la implementación. En gran medida, el éxito de las intervenciones de economía del comportamiento depende de qué tan ajustadas estén al contexto social donde se lleven a cabo. Por ello, es importante hacer pilotos y medir su efectividad antes de implantarlas a nivel macro. En algunos casos, intervenciones que funcionan en un país o en un contexto, en otros no lo harían, o para que lo hagan, se deben utilizar otros métodos de comunicación, por ejemplo, mensajes de texto (SMS) versus cartas físicas. 4 Al momento de implementar, no todo sale como te lo imaginaste Puede que se comience el proyecto queriendo implementar varias intervenciones que permitan medir distintas cosas y solucionar el problema de una manera integral, sin embargo, lo que se implementa es mucho menos elaborado. Esto es normal y aunque puede en principio parecer frustrante, se deben aprovechar las oportunidades de llevar a cabo las intervenciones “menos elaboradas” también, pues éstas siempre contribuyen a profundizar nuestro entendimiento de los desafíos de desarrollo. 5 Fallar es una opción, y es frecuente… pero está OK Después de haber realizado una intervención costosa en cuanto a la cantidad de trabajo requerido y el detalle hasta donde se llegó, puede ser frustrante encontrar que el empujoncito (“nudge”) no funcionó. Sin embargo, fallar es una posibilidad y parte del trabajo. No hay una “receta perfecta” a la cual acudir, y no siempre lo que aparece en la literatura funciona en la vida real. Por ello, se debe tener paciencia y, si fuera el caso, aprender del fracaso.