Racionalidad económica inconsciente

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Desde finales del siglo XIX, los psicólogos vienen encontrando cada vez más operaciones mentales que operan fuera de la conciencia. Y si bien la tradición histórica dice que el inconsciente es principalmente el depósito de pensamientos reprimidos sobre la violencia y el sexo, los modernos hallazgos neuro hablan de una notable racionalidad inconsciente, que nos ayudaría a tomar decisiones rápidas y de cierta calidad, siendo claves para la economía y las altas finanzas. Las operaciones inconscientes subyacen a muchas de nuestras inferencias y juicios, así como a una gran cantidad de decisiones y resolución de problemas, incluyendo los monetarios/financieros. De hecho, la mente inconsciente, a menudo, puede hacer un mejor trabajo de estas cosas que la mente consciente, lo que no es poca cosa para una ciencia económica tradicionalmente pensada como hiper racional, o al menos de expectativas racionales. La historia cuenta que el controvertido Sigmund Freud sostuvo dos puntos de vista inciales sobre el inconsciente, la visión cognitiva y la visión dinámica. La primera sería lo que ahora llamamos racionalidad inconsciente, cada vez más aceptada científicamente, mientras que la segunda sería la famosa visión de la represión psicoanalítica, con varias críticas desde la ciencia actual. De esta forma, también la racionalidad inconsciente tendría sus bases en Freud, si bien no fue la que lo hizo famoso. Esta racionalidad inconsciente, poco estudiada aún en Economía, se conecta claramente con la teoría del emocional sistema 1 de Kahneman, nobel de Economía, sistema rápido que nos permite decidir en el día a día con bastante éxito de supervivencia, aunque no necesariamente gran optimalidad. Pero también se conecta con la hipótesis del marcador somático de Damasio, que teoriza sobre las huellas emocionales en nuestra memoria de largo plazo, armando una triada de conceptos con amplias implicaciones para nuestras ideas sobre Economía y Finanzas, en especial para todo lo que se conoce sobre resolución de problemas, toma de decisiones y comportamiento económico en general. Resulta que nuestra racionalidad inconsciente sería clave en la interacción entre creatividad y resolución de problemas, y entre intuición y pensamiento analítico, entre otros conceptos fundamentales para entender cómo funcionan los mercados financieros actuales, altamente volátiles, globalizados y complejizados. Los humores del mercado Yendo a la Economía, el humor o volatilidad de los mercados se analiza generalmente como tasa de riesgo, en términos de decisiones con aleatoriedad de resultados, y se modeliza principalmente con gráficos estadísticos que calculan medias y desviaciones en series de tiempo. La volatilidad, en el fondo, es una medida de la frecuencia e intensidad de los cambios del precio de un activo, y a mayor volatilidad, mayor riesgo de perder, pero también mayor oportunidad de ganancias altas. Sin embargo, las ganancias esperadas de las empresas no varían tanto diariamente por sus modelos de negocios per se, sino que la volatilidad de los mercados de valores viene más que nada explicada por las percepciones de sus operadores con respecto a cuestiones externas a las firmas cotizantes, como son las políticas públicas de los países, las cuestiones electorales, los tipos de cambio, etc. Este volumen de información, tan cambiante y probabilístico, es a la postre el que obliga a los inversores a re-analizar escenarios todos los días, de forma rápida, apelando en gran medida a la intuición y a todo lo que se llama el sistema 1 de Kahneman, mucho más que a los análisis definitivos y de largo plazo del sistema 2 de Kahneman, el lento y sapiente. Patrones neurales para decidir rápido La evidencia empírica hoy muestra que la mente inconsciente, en contextos volátiles, como puede ser el financiero, suele ser superior a la mente consciente, para sobrevivir, al aprender algunos tipos de patrones altamente complejos, que la mente consciente no puede procesar rápido. De hecho, la mente inconsciente racional puede aprender patrones realmente complicados, sin molestarse en informar a la mente consciente de su logro. Lo importante es resolver problemas, salir del paso, recordemos el cerebro no busca necesariamente la verdad, sino sobrevivir. No olvidemos el inconsciente consume el 90% de la energía total del cerebro, lo que ayuda notablemente a la economía energética total del sistema nervioso central, ya que logra vías rápidas y acertadas de muchas decisiones cruciales del día a día, que si se racionalizaran demasiado conscientemente, gastarían mucha más energía. En el fondo es una cuestión de productividad neuronal, es más barato en términos enérgeticos resolver problemas con el sistema 1 (rápido y racional inconsciente) que con el sistema 2 (lento y racional consciente), y en el mundo de las altas finanzas se nota aún más. Concluyendo Como operadores de volatilidad, los inversores/apostadores se encuentran notoriamente influidos por determinantes cerebrales que operan por debajo del umbral de consciencia (núcleo accumbens, amígdala cerebral, ínsula anterior), que a la postre son los que van premoldeando la decisión final, bajo una suerte de racionalidad inconsciente bastante útil para el día a día, con un exceso de uso en contextos muy cambiantes, como es el bursátil. De esta forma, el siglo XXI le estaría dando revancha al inconsciente racional, ya que si bien desde el siglo XX se venía proponiendo que la mayoría de los procesos psicológicos no son conscientes, el "inconsciente" que llegó a la imaginación popular y a las currículas universitarias fue principalmente el inconsciente irracional y reprimido freudiano, el de los impulsos salvajes y sexuales, apenas controlado por la razón consciente y reflexiva. Para la economía y las altas finanzas, la mayor ventaja de comprender el inconsciente racional radicará en aprovechar plenamente nuestra visión emocional interior para mejorar nuestras decisiones en los proyectos de inversión, armado de carteras bursátiles, diseño de políticas públicas, entre las principales. Autor: Sebastián Laza (*) (*) Economista de la Conducta, especializado en la interrelación entre Neurociencia Cognitiva y Toma de Decisiones, con cursos sobre el tema en Argentina, Rusia, EE.UU. y Dinamarca. Es Director Ejecutivo del Programa en Neurociencias Aplicadas a la Gestión y la Economía (Universidad Nacional de Cuyo) y Coordinador del Área Neuroeconomía del Instituto Latinoamericano de Neurociencias Aplicadas